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Ocasiones perdidas por el Gobierno francés

Va a ser difícil que Jean-Pierre Raffarin convenza a los franceses de la ambición de su Presupuesto. Tratándose de un acto político tan importante, se presume que la ley de las finanzas debe enviar un mensaje fuerte. El que ha hecho llegar el primer ministro resulta extrañamente apagado.

Para convencer no bastan las exhortaciones de que el Presupuesto del Estado conducirá al país 'por la vía del crecimiento sostenible', ni el apoyo del Jefe del Estado Jacques Chirac: 'Francia se coloca así a la vanguardia de la recuperación económica'.

Es cierto que este Presupuesto tenía las alas cortadas por dos años penosos, los peores en términos de crecimiento desde la segunda Guerra Mundial (excepción hecha de la recesión de los años 1992 y 1993) (...).

A eso se añade que el escaso margen de maniobra restante lo agotaron las promesas electorales del candidato Chirac.

El resto no es más que prudencia, perfil bajo y espera (...). Resulta notable la reducción de las cargas de las empresas.

Nos felicitamos por la reducción del impuesto sobre la renta, la medida más espectacular de todo el proyecto. Tomamos nota de las veintidós medidas para reducir la carga fiscal de los hogares y de las empresas. Pero eso se hace, entre otras cosas, a costa de un déficit público abismal y de la ruptura del Pacto de Estabilidad y Crecimiento.

En suma, hete aquí un pequeño presupuesto para el ejercicio 2004. Queda, a pesar de todo, la sensación de que se ha perdido una oportunidad: el Gobierno de Jean-Pierre Raffarin ha perdido dos años; ahora le quedan tres.

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