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Internet

Los padres de Google, dos buscadores en uno

Son dos buscadores en uno. Y hoy llegan a España para hacer oficial la apertura de oficinas de Google, que les dará la llave al mercado hispanohablante. En Europa, ya ha demostrado el poder de su gancho y está presente físicamente en Holanda, Reino Unido, Alemania, Italia y Francia.

La historia de cómo un joven de origen ruso y su compañero nacido en EEUU saltaron de la voluntad de establecer un ranking de páginas web por estructura de vínculos, a figurar en la lista de los primeros diez innovadores tecnológicos, se remonta a septiembre a 1995. Tras poner en funcionamiento un proyecto de librería digital en la Universidad de Stanford, Brin y Page comenzaron en enero de 1996 a desarrollar un buscador llamado back rub, que analizaba los enlaces que apuntan a una determinada página. En 1997, back rub se transformaba en Google. Y en cinco años, en una empresa de mil trabajadores que atiende más de 200 millones de consultas diarias.

"Queríamos anotar la 'web'", explica el estadounidense Larry Page, recordando el proyecto de investigación previo al nacimiento de Google. Para Page, actual responsable de Productos de la compañía, la inmersión en el mundo informático y su jerga eran el pan de cada día, al ser hijo de un profesor que impartía la materia en la Universidad del Estado de Michigan y un apasionado de los ordenadores desde los seis años. Su experiencia académica, plagada de matrículas, honores y becas, también lo estuvo de iniciativa.

Sergey Brin, nacido en Moscú, interrumpió sus estudios en Stanford, donde obtuvo un máster pero dejó el doctorado a medias. En los últimos tiempos, ha compatibilizado la publicación de artículos en revistas científicas sobre buscadores y la extracción de datos, con su cargo de presidente de la división de Tecnología. Dice odiar los números y la palabra marketing, pero ambos se le dan de maravilla.

Muchos ven en su procedencia el posible origen del término Google. Equivocados están: efectivamente procede de otro, googol, que no significa nada en la lengua de los zares, sino diez elevado a cien. Lo acuñó Milton Sirotta, sobrino del matemático Edward Cáncer, para denominar al número uno seguido de cien ceros. Y A page y Brin les gustó la idea para simbolizar su deseo de organizar la maraña de información disponible en Internet y que su Google no tardaría en indexar a diario.

El secreto está en la mezcla

Cómo lo hace es un secreto que Brin y Page guardan celosamente, aunque se sabe que prima en la búsqueda la frecuencia con la que una página remite a otra, más que la frecuencia con la que palabra buscada figura en una determinada página. El desconocimiento de muchos aspectos relacionados con el buscador alimenta las críticas de sus detractores. Hay quienes aseguran que el sistema PageRank, que contabiliza el número de veces que una página se refiere a otra como primer criterio de búsqueda, presenta numerosas carencias. Los hay que esgrimen una eventual falta de ética por parte de la empresa y quienes la espían de cerca (Google-watch.org vigila qué sitios descuida Google y busca un porqué). Y muchos sostienen que oculta a una infinidad de empresas a propósito, como acicate para que contraten su sistema publicitario Adwork.

Los ingredientes que componen Google son sencillos de asimilar por cualquier internauta. Es gratuito, la publicidad prescinde de los incómodas ventanas emergentes, divierte y, sobre todo, es eficaz. Sus propios creadores admiten que su principal objetivo siempre ha sido "la relevancia de las respuestas en la búsqueda y la simplicidad del ambiente", subrayadas sobre el fondo blanco de la página. El motor de búsqueda, disponible en 35 idiomas, gusta a casi todos: reconocido por Yahoo! y por la todopoderosa Microsoft, desbancó a sus rivales Alta Vista e Inktomi, ha ocupado las páginas de las revistas más populares y luce dentro del apartado que Forbes y PCWorld dedican a "lo mejor de la 'web'".

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