Los rivales 'roban' a Telefónica el 30% del negocio de sus cabinas
El avance de las tarjetas prepago en la telefonía de uso público es imparable. Los competidores de Telefónica han conseguido arrebatar al ex monopolio el 30% del tráfico total que cursan sus propias cabinas y del que ella no ingresa ni un euro. Por ello, la operadora reclama que la legislación contemple alguna modalidad de pago que compense en parte los costes que este uso genera.
Aunque más del 80% de la población española tenga un móvil en el bolsillo, las cabinas y la telefonía de uso público siguen siendo un negocio. La mejor constatación de ello es la proliferación de empresas que se dedican a la reventa de tráfico y que centran su negocio en las conexiones internacionales a muy bajo precio.
La competencia para Telefónica en este campo proviene de una doble vía. Están los locutorios, que basan su estrategia en la compra masiva de minutos que luego venden a los clientes en sus propias instalaciones, y los denominados tarjeteros, o empresas de cobro revertido automático que venden tarjetas prepagadas y cuya peculiaridad es que operan desde las cabinas de Telefónica.
Si hace un año el caballo de batalla del ex monopolio eran los locutorios, por los impagos que dejaron tras de sí, ahora el verdadero enemigo son las empresas de tarjetas.
Según las cifras que maneja Telefónica, los tarjeteros se han hecho con el 30% del tráfico total que cursan las cabinas de la operadora y sin dejar nada a cambio. Y puesto que la mayoría de las llamadas que se hacen con tarjetas prepagadas tienen destinos internacionales, el mayor impacto ha sido para este tipo de consumos. De hecho, según estimaciones de la compañía, Telefónica sólo cobra el 25% del tráfico internacional que se genera desde sus propias cabinas. Tres de cada cuatro euros van a parar a otras empresas.
Y es que la operativa de las operadoras de tarjetas permite limitar el gasto a realizar en España a la contratación de un número gratuito (800 o 900). A partir de ahí, todo queda en manos de otros, ya que ese número lleva al usuario a un operador de tarjetas internacional -Mundophone es el más importante en estos momentos- y de ahí al número con el que se desee contactar. Los ingresos, por tanto, son para el tarjetero y para la telefónica que termina la llamada en el país extranjero.
Crecimiento disparado
El avance de este negocio es tal que la operadora ha reclamado la ayuda de la Comisión del Mercado de las Telecomunicaciones. Si en 2002, el tráfico realizado desde tarjetas se había duplicado, en los últimos 12 meses se ha incrementado un 175%. La compañía no pretende que la comisión ponga coto a esta práctica ni que impida el uso de las cabinas, sino que fije una retribución para compensar una actividad que le afecta por una triple vía: el uso de sus activos, la rivalidad de empresas con unos costes artificialmente bajos y el lucro cesante, ya que, mientras los clientes de las operadoras de tarjetas usan las cabinas, los de Telefónica no pueden hacerlo.
Esta petición, aseguran fuentes de la compañía, no está fuera de los usos tradicionales. En EE UU se pagan 15 céntimos por minuto al dueño de la cabina y en Alemania la tasa es de 16 céntimos. Telefónica ha pedido 12.
Un coste de 63 millones por el servicio universal
Al igual que la disponibilidad de líneas telefónicas, la instalación de cabinas está sujeta a las obligaciones de servicio universal. Esto implica que el ex monopolio debe contar con teléfonos de uso público en todos los lugares exigidos, independientemente de su rentabilidad.Según cálculos de Telefónica, en España hay 17.605 cabinas situadas en sitios donde su uso no cubre el coste de mantenimiento. Y ello genera un impacto económico anual para las cuentas de la operadora de 63 millones de euros. La CMT, sin embargo, no tiene en cuenta este coste en la evaluación que realiza cada año de la carga que supone el servicio universal, ya que considera que otros ingresos inducidos -como la buena imagen de marca que reporta- lo compensan.