Devolvamos el ataque
Una canción infantil de grato recuerdo tenía un único estribillo que se repetía de forma incesante a medida que alzábamos nuestra voz hasta convertirla en un grito irritante: 'Somos gente pacífica, que no nos gusta gritar'. Pero parece que nuestro pacifismo no gusta y los poderes establecidos se empeñan con tenacidad inusitada en que recordemos que no hay mejor defensa que un buen ataque.
Esta semana ha sido prolija en evidencias como las que van a constituir el grueso de este comentario. Abogados de opiniones encontradas, empleados por instituciones y corporaciones enfrentadas en este capítulo inacabado que son los derechos de autor en la Red han llenado las páginas de Cinco Días aclarando en parte las muchas noticias que han inundado los medios.
No vamos a repetir los intentos de atenazar con el miedo las conciencias libres hispanas y europeas siguiendo el modelo americano tan bien descrito por Michael Moore en Bowling for Columbine, por más que esta semana hayan detenido en Pontevedra a 33 personas por piratería de software tras intervenir la Guardia Civil 30 cibercafés, en un tipo de operación que no se recuerda en materias más graves como la droga, el contrabando o cualquier otro asunto de mayor calado. Ni vamos a recordar obviedades como la interesada y confusa actuación contra los usuarios de servicios de intercambio de archivos en todo el mundo. Ni la irracional imposición de un canon para un soporte de información que se presupone usado para ejercer acciones ilegales como si a la sierra mecánica se le presupusiera como actividad principal el descuartizamiento de cuerpos tras un asesinato (que haberlos haylos).
Pero sí vamos a recordar que aquellos polvos traen siempre estos lodos y que contra el vicio de pedir no resta más que la virtud de no dar. Por eso, tal vez muchos usuarios han comenzado a divulgar y promover una campaña que tiene por título el de esta columna (www.devolvamoselataque.tk). La campaña plantea que nadie compre ningún CD o DVD original del 1 al 15 de octubre y complementa las más formales iniciadas por la Asociación de Internautas.
La sociedad civil también se ha movilizado esta semana contra las patentes de software, que probablemente se aprueben en Europa próximamente y que muestran en EE UU su irracionalidad con ejemplos como los 521 millones de dólares que ha costado a Microsoft el hecho de que una empresa especializada en patentar todo lo que puede, Eolas Technologies (www.eolas.com), tenga una patente sobre 'aplicaciones empotradas en los hiperdocumentos', lo que significa en la práctica que tanto Internet Explorer como el resto de navegadores incumplen su patente con el uso de plugins, en un claro ejercicio de cómo llegar sin esfuerzo al límite del absurdo.
El miércoles varias asociaciones organizaron en toda Europa actividades y movilizaciones, continuación de las del 27 de agosto, contra la propuesta de directiva de patentes de programación que en su opinión 'no sólo eliminaría las empresas que trabajan con programas libres, sino que obligaría al resto de empresas de software a cerrar o convertirse en pseudobufetes de abogados'. Al usuario honesto, con conocimientos y conciencia, lo están abocando la industria y sus secuaces a elegir entre una vida de monja de clausura alejada del mundanal ruido o la del pirata cojo, que diría Sabina, con pata de palo y parche en el ojo. Y al otro lado... Estambul.
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