El crupier decide que siga la partida
En el momento justo y sin esfuerzo. No va más. La ruleta de la Bolsa sigue con la monotonía de siempre. Justo cuando se va a detener, salta la mano que la impulsa para que continúe el juego. Los índices se asomaron a su abismo técnico particular el viernes en Europa y Wall Street, pero el crupier decidió que la partida continuara. Desde la guerra de Irak se suceden los casos de intervención. Se trata de que el castillo no se desmorone.
Los inversores se fueron de fin de semana con mal sabor de boca. Los datos económicos divulgados el viernes en Estados Unidos decepcionaron y los índices bursátiles europeos plegaron velas hasta cerrar la peor semana desde la guerra comentada.
Wall Street, sin embargo, no había dicho la última palabra. En un movimiento de fantasía técnica, otrora inimaginable, porque sería imposible de realizar, los principales indicadores estadounidenses giraron al alza. Los primeros compases operativos de ayer en Europa hicieron lo mismo. Se evitó, de este modo, el suicidio general y los operadores e inversores respiraron tranquilos.
En un mercado dominado por los técnicos como el actual las proyecciones de los futuros y las ejecuciones de contado son menos gravosas, porque se actúa con la ley del mínimo esfuerzo. Los índices parecen estar atascados desde hace meses en una banda que para el Ibex fluctúa entre los 7.000 y los 7.300 puntos. En el mercado español, como en el resto de los principales mercados de acciones del mundo, el inversor final no existe. Por eso los volúmenes de negocio reales, es decir, sin operaciones especiales ni aplicaciones, se encuentran muy cerca de los niveles más bajos del año. Es la inactividad, precisamente, la que más ayuda a los especialistas en futuros y derivados porque les brinda mayores márgenes de maniobra. Es la falta de tensión en el mercado la que hace más fácil la tarea del cuidador. Y la ruleta sigue.