Una tragedia nórdica y europea
Anna Lindh, la ministra sueca de Asuntos Exteriores que murió el 11 de septiembre (...), representaba muchas de las buenas cualidades que se asocian a su país: candidez, inteligencia, sentido de la igualdad y la justicia y pragmatismo (...). En Suecia sólo el primer ministro y el rey llevan guardaespaldas (...). Los ciudadanos se cruzan por la calle o en el metro con sus políticos y a menudo hablan con ellos amigablemente (...).
Probablemente se convirtió en la ministra de Exteriores más influyente de los países nórdicos. Demandaba una apertura de Suecia a Europa manteniendo sus tradiciones. Sólo por ello será muy echada de menos.