La tercera generación no pudo rectificar su error
Edgar Bronfman Jr. no pudo rectificar su error y recuperar gran parte del patrimonio familiar aportado de forma ruinosa a Vivendi. Finalmente, General Electric se ha llevado el gato al agua al comprar los activos de ocio del conglomerado francés, que en su mayor parte pertenecieron al millonario canadiense cuando éste era dueño de Seagram y que ahora Vivendi ha tenido que vender con urgencia dentro de su plan de rescate.
Bronfman, cabeza de la tercera generación de esta saga empresarial, forjada sobre el contrabando de whisky en los años veinte, derrochó millones de dólares de la caja familiar para hacerse con un imperio mediático que después cambió por acciones de Vivendi. En diciembre de 2000, la principal inversión de la familia, el paquete del 7,5% en el grupo que presidía Jean-Marie Messier, valía 6.000 millones de euros (7.000 millones de dólares). Ahora su participación del 4,2% en el grupo cotiza a 747 millones de euros.
A la vista del fiasco inversor cosechado, Bronfman ha trabajado para formar un grupo de inversores que pudiera recomprar a Vivendi su conglomerado de medios norteamericano, entre ellos los Estudios Universal, parques temáticos o sellos musicales. Sin embargo, su oferta de 13.000 millones de dólares no ha podido superar la propuesta de fusión con la NBC de General Electric.