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Energía

Peor aire por mejor electricidad

La industria de la energía está, definitivamente, de enhorabuena con la actual Casa Blanca. Particularmente la semana pasada se ha puesto de manifiesto hasta qué punto la experiencia empresarial del presidente Bush en el sector petrolero le ha hecho sensible a las demandas de este amplio sector y su lobby.

Bush no solo no firmó los acuerdos de Kioto sino que la semana pasada se situó al extremo de éstos al hacer un agujero en la Clean Air Act, la legislación para Cielos Limpios. A partir de otoño, la Casa Blanca, permitirá a las miles de antiguas plantas de generación por carbón y refinerías a mejorar sus instalaciones sin que tengan que instalar ningún equipamiento destinado a reducir las emisiones de contaminantes, algo a lo que la actual legislación les obliga. En concreto, los equipos anticontaminantes no serán obligatorios si el coste de la renovación de la planta es menor al 20% del coste total de ésta.

Se calcula que unas 17.000 plantas del país podrán proceder ahora con sus inversiones sin preocupaciones ambientales lo que supone sustanciales ahorros. La excepción a la norma, de paso, es buena noticia también para papeleras y químicas entre otras industrias contaminantes, pero ha sido el sector de la energía el que durante años presionó a Bill Clinton y ahora a Bush para ver este sueño hecho realidad.

Obviando la histórica presión, desde la Agencia Medioambiental del Estado (la EPA) y las propias empresas, se ha afirmado que así la industria estará mejor preparada para prevenir apagones como el del 14 de agosto porque la ley que ahora se enmienda no ha permitido a las empresas buscar eficiencias pues no podían hacer mejoras (a no ser que invirtieran en cuidar el medio).

Que la industria y el gobierno tergiversen y saquen ventaja de una situación de caos como la del apagón no ha sentado bien y no ha habido editorial de periódico que no recordara a sus lectores que la propia oficina de la Intervención del Congreso ha dicho que está por probar que no haya habido mejoras en las empresas por los corsés impuestos por el Clean Air Act. Además los casi 50 millones de afectados por el corte de luz fueron informados profusamente de que no hay problemas con la generación de energía sino con su transmisión.

Dicen los más sensibles a las cuestiones ambientales que hasta ahora y pese a proponer voluntarias reducciones de emisiones a la industria, cortar árboles para evitar fuegos en los bosques, relajar la protección de los Parques Nacional, proponer la construcción de carreteras en zonas protegidas y abogar por abrir Alaska a las petroleras, no se detecta un castigo a Bush en las encuestas. No obstante, los fiscales de 13 Estados han decidido hacerlo y han dicho que irán contra esta enmienda.

Pero aún con ello, en el nombre del Gobierno, la EPA ha seguido acumulando esta convulsa semana decisiones tan llamativas como la reciente declaración de que el dióxido de carbono y los gases que causan el efecto invernadero no son contaminantes. O se conocen informes como el del inspector de la Agencia en el que se cuenta que desde la Casa Blanca se instruyó a la EPA para que informara a los neoyorquinos que el aire de Nueva York tras el 11S era respirable sin problemas incluso aunque hubiera contaminantes. Según este informe , 'la Agencia no tenía suficientes datos para asegurar a la población'. 'Consideraciones como la seguridad nacional y el deseo de abrir Wall Street comprometieron a la EPA'.

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