Del asistencialismo al empleo estable
Los resultados de la encuesta permanente de hogares de Argentina, realizada por el Indec en mayo, pueden ser considerados positivos si se observa que la tasa de desempleo cayó en seis meses del 17,8% al 15,6%, una disminución que se extiende a alrededor de seis puntos si se toman en consideración los registros de un año atrás. Sin embargo, inquieta que, sumando a los subempleados, casi cinco millones de personas, equivalentes a prácticamente un tercio de la población económicamente activa, tengan problemas de trabajo (...).
Parte de la disminución en la tasa de desocupación se explica por el efecto del Plan Jefas y Jefes de Hogar (...). Más de dos millones de personas percibe ese beneficio, que alcanza a 150 pesos mensuales, pero una proporción elevada de ellas no presta contraprestación laboral alguna (...).
A la falta de eficaces controles para verificar si quienes reciben los beneficios de los planes de empleo están efectivamente desocupados, se suma la virtual ausencia de voluntad política para reconvertir los citados planes, de manera que estén dirigidos a la capacitación laboral (...). En España (...), la creación de distintas instituciones de capacitación para personas sin trabajo hizo que los índices de reinserción en el mercado laboral crecieran desde el 60,2% en 1989 al 76,5% en 2000, de acuerdo con (...) el Inem.
Estas experiencias deberían ser tomadas en cuenta por Argentina a la hora de diseñar una política de Estado hoy ausente para enfrentar los problemas que acarrea la desocupación. Será necesario también tomar conciencia de una vez por todas de que el desempleo no se combatirá con un millón de inspectores en las empresas, sino bajando los impuestos al trabajo.