Un pie en México para calzar a América
El pasado día 20 de julio un empresario murciano, Cristóbal Sánchez, inauguró en Ciudad de México las nuevas oficinas de su empresa Dreamyfeet. Esta compañía de fabricación y comercialización de calzado, vende desde hace años más de medio millón de zapatos en aquel país americano, como fruto de sus acuerdos con las principales firmas de distribución: las estadounidenses Wall Mart y Suburbia, y la mexicana Liverpool.
Ahora, Sánchez ha decidido dar un paso adelante. Con el objetivo de aprovechar las ventajas del Tratado de Libre Comercio vigente entre México, EE UU y Canadá, se ha embarcado en el proyecto de montar una planta de fabricación en el estado de León.
'Cumpliremos con el requisito de terminar el producto allí, para poder vender nuestros zapatos con ventaja en los tres países del norte de América, y después seguir con el resto de los mercados del continente'.
Aunque el empresario es renuente a aceptar que su estrategia empresarial en el calzado es calcada de la que practica Zara en el textil, sus argumentos y productos siguen la filosofía que tanto éxito ha dado al grupo gallego.
Sánchez afirma que, a diferencia de lo que ocurría hace años, un par de zapatos 'ya no tienen que durar toda una vida; son como mucho para una temporada'. Por eso propugna una estrategia de producción de calzado 'a muy buen precio y con un diseño atractivo, permanentemente renovado y moderno'. En el mercado mexicano el cliente de los productos de la empresa murciana es gente de 'poder adquisitivo medio y bajo. Estas personas, al comprar nuestros zapatos, sienten que van tan bien calzadas, como el mexicano más rico'.
Como paso previo e imprescindible de la construcción de la planta de León , en la que se dará ocupación a medio centenar de trabajadores, Dreamyfeet ha abierto las oficinas en Ciudad de México.
A la inauguración acudió Patricio Valverde, consejero de Economía del Gobierno de la Comunidad de Murcia. Su presencia se justificaba por el lógico apoyo institucional a un proyecto comercial e industrial emprendedor nacido en aquella región, pero también por la honda preocupación del ejecutivo autonómico por la situación de crisis que vive el sector del calzado en toda el área del Levante español, en Toledo y en la Rioja.
Tanto las autoridades locales como las Cámaras de Comercio de estas zonas han visto en el empuje de Cristóbal Sánchez y en el modelo de negocio que ha sabido crear una luz de esperanza para reconducir la delicada situación que vive el sector.
El propietario de la marca Dreamyfeet hace un diagnóstico claro de los males que afectan al sector español del calzado. 'Las fábricas en España son capaces de hacer un calzado de alta calidad, pero sus propietarios apenas tienen tradición comercial y nunca se han ocupado de venderlos. Hasta hace poco las cadenas de distribución venían a comprar aquí, pero en los últimos años nuestra industria ha dejado ser competitiva en precio y, lo que es peor, también en diseño'. 'Los modelos que nuestros industriales sacan al mercado son repetitivos y todavía hay la costumbre de esperar a ver cuál es el diseño o la moda de temporada que viene de Italia', afirma.
Sánchez alerta sobre la gravedad de una situación que se está produciendo de manera generalizada: 'Las empresas del calzado extranjeras, especialmente las italianas, han llegado al mercado consumidor español y se están haciendo con una cuota muy importante de mercado en detrimento de nuestros propios zapatos'.
Un mercado en retroceso amenazado por Asia
Las cifras adelantadas por la Federación de Industrias del Calzado Español (FICE) sobre el año 2002 no son nada alentadoras. Aunque el número de empresas del sector aumentó de 2.761 a 2.819, en ese año se perdieron casi 2.000 empleos, hasta 46.309. Las cifras de producción son igualmente preocupantes: de 209 millones de pares vendidos en 2001, se pasó a 198 millones en 2002. Esta producción queda muy lejos de la de 1997, cuando se fabricaron 220 millones de pares. El valor de la producción desciende en menor proporción, poco más del 1%, hasta los 3.120 millones.La exportación, destino de dos tercios del calzado fabricado en España, ha bajado en número de pares (-3,45%, 137 millones), aunque su valor ha crecido ligeramente (0,75%). Por contra, se importó un 25% más de pares, 104 millones, aunque el saldo sigue siendo favorable (se exportan 32 millones más de los que se exportan).Este sombrío panorama no es nuevo para la industria, que ya sufrió una fuerte reestructuración a principios de los noventa. Entonces se puso en marcha el modelo actual, dominado por empresas de pequeño tamaño (17 empleados de media). Sólo con esa dimensión se podía afrontar con la necesaria flexibilidad la discontinuidad de los pedidos, motivada por la aceleración del factor moda.Ahora, la amenaza para los fabricantes viene desde los mercados asiáticos, que fabrican los zapatos de calidad media-baja con costes mucho menores. Las soluciones barajadas van desde trasladar la producción a Marruecos, hasta invertir en tecnología y diseño.