Desequilibrios de la vivienda
La fuerte demanda de vivienda en los últimos años ha provocado algo más que un boom de precios y de construcción de nuevos inmuebles. No sólo ha multiplicado por dos el precio en los últimos cinco años y ha duplicado el número de viviendas desde 1970. Ha sepultado definitivamente el mercado de alquiler, minimizado frente al avance cultural de la propiedad, y ha empequeñecido hasta límites preocupantes la oferta de viviendas protegidas, con precio limitado, que se hacen cada vez más necesarias para atender las necesidades de colectivos de población descolgados de los precios del mercado y para quitarle temperatura a los activos inmobiliarios.
La velocidad cogida por el mercado en los últimos años, con visados de más de medio millón de casas cada año, ha desbordado con creces el avance del número de hogares; esto significa que el acaparamiento de un activo material como el que el ladrillo sintetiza gráficamente es creciente (1,56 casas por hogar), que se extiende la segunda residencia, con presencia notable en las zonas costeras y que las viviendas desocupadas (más que en alquiler) siguen constituyendo un núcleo importante.
La política de los Gobiernos (también de comunidades y ayuntamientos, con más poder incluso que el central) ha fracasado, puesto que han desequilibrado el mercado, y de nada han valido ni incentivos al alquiler ni los programas de ayudas para frenar unos precios que ponen a buena parte de la población fuera del mercado y que comprometen seriamente las finanzas y el consumo de las familias por muchos años.