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Cine

Adiós a una leyenda

La Mostra de Venecia recordará a Katharine Hepburn, fallecida el pasado domingo a los 96 años

En 1934 la segunda edición de la Mostra de Venecia -la primera que inauguró el sistema de galardones- concedió el premio a la mejor actriz a Katharine Hepburn por su interpretación en Mujercitas, de George Cukor. Casi 70 años después, el festival internacional de cine recordará a la actriz desaparecida el pasado domingo con la proyección de una copia restaurada de la película Locuras de verano, dirigida en 1955 por David Lean. La película, ambientada en Venecia, obtuvo dos nominaciones a los Oscar, uno para Hepburn -fue nominada en 12 ocasiones y ganó cuatro estatuillas-, otro para el director de Doctor Zhivago. Las técnicas digitales empleadas por el British Film Institute en la restauración permitirán ver y oír a Katharine Hepburn en todo su esplendor.

Cinco Días entregará la próxima semana la película Tres días de amor y de fe, interpretada por Hepburn, dentro de la colección Obras Maestras del Cine Clásico. Un particular homenaje a una actriz nada convencional. Su imagen representaba a un nuevo tipo de mujer, independiente, moderna e inconformista. Muchos papeles parecían hechos a su medida. De su interpretación como la inolvidable Tracy Lord en Historias de Fildadelfia, dirigida por George Cukor, la crítica de The New Republic dijo: 'Katharine Hepburn construye su papel de una manera sensible, testaruda, triunfalista y con esa manera de ser ilógicamente serena que sólo puede ostentar la gente que ha recibido una buena educación'. Así era. La actriz nació en Connecticut en una familia de clase alta liberal: el padre médico, la madre abogada y sufragista. Hepburn recuerda en sus memorias que a los ocho años participaba con su madre en campañas reclamando el voto para la mujer. Un hogar en el que se cultivaba la inteligencia con el mismo espíritu con que se practicaba el ejercicio físico.

Broadway era su sueño desde los tiempos en los que actuó en camisón en la obra teatral La mujer en la luna, en el Bryan Mawr College de Filadelfia. Ya en Nueva York trabajó en algunos papeles menores, entre ellos la versión escénica de Vivir para gozar, como suplente y sin llegar a pisar las tablas. Años más tarde, se desquitó con la película, también de Cukor, que le devolvió la popularidad -era considerada veneno para la taquilla- y volvió a emparejarla con Cary Grant. El público adoraba la pareja, rodaron juntos cuatro títulos, el último Historias de Filadelfia, una despedida memorable. A partir de entonces, comenzaría una relación profesional y sentimental con Spencer Tracy. Coincidieron en la pantalla en nueve ocasiones. El actor murió en 1967 y Hepburn siguió rodando títulos inolvidables como En el estanque dorado, con Henry Fonda, que le valió su último Oscar. Trabajó hasta mediados de los noventa, cuando las secuelas del Parkinson eran visibles. El pasado domingo Hollywood despidió a una leyenda.

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