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Entrevista

'La transición de Cardoso a Lula es un ejemplo de racionalidad'

Pedro Sampaio Malán tiene un largo recorrido político y empresarial. Ex director del Banco Central de Brasil y ministro de Hacienda desde 1995 hasta 2002 en el Ejecutivo de Cardoso, ha sido también ex director ejecutivo del Banco Mundial

Pedro Sampaio Malán (Río de Janeiro, 1943) tiene crédito y ha contado con atalayas privilegiadas que le permiten opinar con solvencia sobre todo lo que sucede en su país. Invitado por la sociedad de garantía recíproca Elkargi, analizó la semana pasada en San Sebastián los principales problemas y alternativas que debe afrontar el Gobierno de Lula da Silva con el objetivo de consolidar la senda de la recuperación económica y la estabilidad social. Sampaio Malán considera que su nación ha sufrido un profundo cambio y que se han conseguido importantes logros, como acabar con la hiperinflación, a pesar de que este año el Banco Central de Brasil, del que fue presidente en el periodo 1993-1994, ha anunciado una tasa del 10,2% para este ejercicio, un 1,7% más que la previsión oficial. El ex ministro de Hacienda anima a las empresas españolas a invertir en Brasil porque la apertura de su economía a la competitividad 'ha sido una enorme fuerza' y que hay estabilidad 'político-institucional'. Para certificarlo pone como ejemplo la transición entre Cardoso y Lula, que define como todo un ejemplo de racionalidad.

Pregunta. Han pasado seis meses desde la llegada al poder de Lula da Silva. ¿Se ha producido algún cambio?

Respuesta. El Gobierno Cardoso intentó lo mismo que está haciendo Lula. Por ejemplo, el cambio en los impuestos que se aplican a las ventas de las empresas. Nosotros hicimos la primera fase el año pasado y lo dejamos listo para hacer la segunda ahora. En lo que respecta a la Seguridad Social, en concreto en lo que afecta al sector público, tendrá problemas. Tiene determinación para conseguir algo que nosotros no logramos por la oposición que tuvimos, incluida la del partido que hoy gobierna. Pero han comprendido la importancia de hacer algo en este campo y es bueno que sea así.

'Las empresas españolas deben saber que en Brasil hay estabilidad político-institucional y claridad en las reglas del juego'

P. ¿Podrá Lula sacar adelante esas reformas cuando tiene diferencias dentro de su propio partido?

R. No será fácil, pero tiene condiciones para hacerlo y están trabajando para conseguir en el Congreso el apoyo político suficiente para sacarlas adelante.

P. Realizar reformas cuando los empresarios se manifiestan en la calle para mostrar su desacuerdo debe ser una tarea complicada...

R. El motivo de esa manifestación era por la carga tributaria sobre el porcentaje del PIB, que consideran alta y lo es. Es imposible discutir una reforma tributaria desde la imposición. Si uno quiere reducir la carga tributaria, tiene que controlar el gasto. Es posible gastar mejor y así reducir impuestos. Si no, se vuelve al endeudamiento del sector público y a las tensiones inflacionarias.

P. ¿Cómo pueden afectar las reformas del Gobierno Lula a las empresas españolas con intereses en Brasil?

R. La inversión directa en Brasil es muy significativa, el comercio entre los dos países es importante y creo que cada vez lo va a ser más. Lo fundamental es la percepción de estabilidad político-institucional, macroeconómica y claridad en las reglas del juego. Hay un marco regulatorio en el área de infraestructuras, en telecomunicaciones, en energía, etc., con un horizonte a largo plazo. Pienso que la efectividad de la transición Cardoso-Lula, que ha sido realizada con una ejemplar cooperación, es una demostración de racionalidad.

P. ¿Qué consejo daría a las empresas españolas a la hora de invertir en su país y cuáles son los sectores con mayores posibilidades?

R. No estoy de acuerdo cuando se dice que la década pasada está perdida en lo que a desarrollo económico y social se refiere. Brasil ha tenido importantes logros. Se ha producido un gran desarrollo en el sector primario y en la industria, por ejemplo, somos los segundos fabricantes del mundo de aviones regionales. Quiero llamar la atención a los empresarios españoles, tanto grandes como pequeños, de que Brasil ha cambiado mucho. Se ha acabado la hiperinflación y la apertura de la economía a la competitividad ha supuesto una enorme fuerza.

P. ¿Es posible un acercamiento entre Lula y el presidente de Estados Unidos, George Bush?

R. Brasil es un país complejo y no es fácil gobernar. Ese proceso ha obligado a Lula a modificar opiniones y comportamientos que mantenía cuando estaba en la oposición. Es natural que sea así. El pragmatismo, la responsabilidad de gobernar, hace cambiar. Veo posibilidad de cooperación, no sólo con Estados Unidos, sino también con la Unión Europea. Es inevitable que un país de la dimensión de Brasil tenga un relación seria con una nación de la importancia de EE UU.

P. Sí, pero dentro del propio Gobierno de Lula hay muchas tensiones precisamente por esos cambios.

R. El verdadero Gobierno Lula empezará cuando finalice la transición y se dé por cerrada la etapa Cardoso, aunque no creo que sea una ruptura clara. Lo que está haciendo mi sucesor, Antonio Palocci, y lo está haciendo bien, es lo mismo que hicieron los socialistas en España y en Francia, los comunistas en Italia, los laboristas con Blair, los socialistas chilenos, etc., y que tiene que ver con las responsabilidades de un Ejecutivo en la política macroeconómica, en temas como el control de la inflación, responsabilidad tributaria, fiscalización y control del gasto y del endeudamiento del sector público, entre otros capítulos. No estamos sujetos al debate ideológico y se está demostrando claramente en estos primeros seis meses de la Administración Lula. Su política no es la misma que la de Cardoso, es la misma de cualquier Gobierno que busque la estabilidad macroeconómica. Es una quimera pensar que un país puede tener un desarrollo económico y social sostenido durante muchos años en condiciones de estabilidad macroeconómica o institucional. Es una lección que ha aprendido el mundo en estos últimos 30 años.

P. ¿Podrá Brasil sostener su nivel de deuda?

R. La deuda externa no es un problema. La del sector público, que asciende a 90.000 millones de dólares, fue totalmente renegociada desde 1991 a 1993, y yo fui el responsable de esa renegociación. Se fijó un calendario de pagos a 30 años con un descuento del 35%. La deuda neta, en realidad, es de 50.000 millones de dólares, porque tenemos unas reservas de 40.000 millones. La del sector privado, también de 90.000 millones, es la deuda de las grandes empresas, alguna de ellas extranjeras, pero con instalaciones en mi país y que adeudan las propias compañías matrices. La deuda específica de las empresas se soluciona en el mercado. Brasil no tendrá problemas para pagar lo que debe y se han disipado las dudas. La deuda brasileña llegó a suponer el 63% del PIB en septiembre del año pasado y ahora está caminando hacia el 52%. La deuda es en reales y se paga en reales, y no en dólares, como la de otros países que no quiero mencionar.

P. Algunas compañías aseguran que Brasil tiene demasiadas barreras arancelarias.

R. No es cierto, no tiene prácticamente barreras como las hay en Estados Unidos o en Europa. El arancel medio nominal es del 14% máximo, pero el efectivo no pasa del 7%. No contamos con las mismas baterías de restricciones al comercio que tienen otros países desarrollados.

P. ¿En qué medida la crisis argentina está contagiando a Brasil cuando tradicionalmente ha habido un importante flujo comercial entre ambos países?

R. El efecto para la economía brasileña fue muy alto en lo peor de la crisis argentina. En 2002 las exportaciones de Brasil a Argentina, el segundo cliente de mi país, cayeron un 60%. El impacto negativo se ha compensado con exportaciones a otros Estados del mundo. Hoy en día, por ejemplo, China es el segundo destino de las exportaciones brasileñas. Creo que en Argentina lo peor ha pasado. Tiene problemas, pero conseguirán enderezar la situación y nosotros tenemos un profundo interés porque eso se produzca.

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