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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Un semestre de ganancias

Después de tres años de continuos descensos, la Bolsa española se dispone a cerrar el próximo lunes el primer semestre del año con un saldo positivo. El Ibex 35 acumula desde el pasado mes de enero una ganancia del 15%, lo que lo convierte en el más alcista de las grandes plazas europeas. Los mercados americanos, del norte y del sur, también registran recuperaciones importantes en lo que va de año. El Nasdaq, el índice que más sufrió el pinchazo de la burbuja tecnológica en el año 2000, remonta un 23%. La tendencia al alza favorece en especial a Brasil y Argentina, países denostados por los inversores internacionales hace un año y de gran influencia sobre el parqué español.

El rebote de los mercados parece lógico después de una corrección tan severa como la iniciada hace tres años. Las valoraciones de muchas compañías eran tan bajas que el recorrido previsible era al alza. El periodo que ahora se cierra ha estado marcado por la tensión internacional generada por la guerra en Irak. El efecto que tuvo en términos de incertidumbre global parece superado. Las Bolsas marcaron mínimos anuales el 12 de marzo y toda su recuperación anual se ha concentrado en el segundo trimestre del año, el más brillante en casi todas las plazas mundiales desde 1998.

Lo que no ha desaparecido es el efecto de otros problemas, encabezados por la fase de debilidad o estancamiento, cuando no recesión, que sufren las principales economías mundiales. La rápida depreciación del dólar, el gigantesco déficit corriente de Estados Unidos y el fantasma de la deflación son otros motivos de preocupación para los expertos. Sin embargo, la opinión generalizada es que los mercados están descontando una recuperación económica que se intuye sin que haya pruebas concluyentes de su cercanía. Se confía en una aceleración de la actividad en Estados Unidos -consagrado como motor económico planetario- antes de fin de año. Ese impulso podría arrastrar a la zona euro fuera de su atonía económica, atribuida en buena medida a la parálisis de la tradicional locomotora alemana.

La confirmación de que el ciclo económico puede estar cambiando todavía tardará. Mientras los indicadores no reflejen señales claras en este sentido, la guía para los mercados puede estar en los resultados empresariales. En lo que va de 2003 las grandes empresas han mejorado sus cuentas gracias a los dolorosos ajustes hechos en los últimos años, los esfuerzos para reducir endeudamiento y los bajos tipos de interés. Por ahora las partidas de ingresos no justificarían euforia alguna y algunos anuncios recientes -como los 15.000 empleos que recortará Telefónica de España- revelan que las reestructuraciones no han terminado.

Las alzas bursátiles descuentan que lo peor de la crisis quedó atrás, al menos en ausencia de acontecimientos que, como la guerra de Irak o el 11-S, desestabilizaran la economía. Hay razones para un prudente optimismo, pero sin olvidar que los fundamentos, mientras no se demuestre lo contrario, siguen frágiles.

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