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Comercio

Los reyes españoles del 'todo a cien'

Ahora podemos competir con cualquiera', dice Antonio Hormigos, fundador y presidente del grupo Hormigos, mientras conduce un potente Mercedes de camino a una de sus naves situadas en Fuenlabrada (Madrid). Sostiene Hormigos que su negocio, el del multiprecio, ya ha madurado y que ahora tanto él como sus competidores pueden dar la cara. 'Antes no era conveniente', dice, 'porque grandes inversores podían interesarse por el negocio y desplazarnos a nosotros'.

¿Antes? En algunos bares de Madrid pueden verse fotografías de la ciudad en los años treinta. En una de ellas aparece una tienda con este letrero: 'Todo a 30 céntimos'. Este negocio tiene ya casi un siglo de historia.

Pero algo ha ocurrido en los últimos 15 años para que el sector pase a denominarse multiprecio, genere anualmente en España -según la Organización del Salón Canal Multiprecio que se celebra en Madrid- 1.800 millones de euros y cuente con 15.000 tiendas especializadas.

Para Hormigos, toledano de 47 años, el cambio llegó a finales de los años ochenta. Entonces las tiendas de todo a cien eran en su mayoría locales que vendían artículos de regalo en stock o con defectos de fábrica. Pero cada vez más amas de casa hacían la compra diaria de productos de limpieza y otros en estas tiendas. Ahí empezó la especialización del sector. Y 'los videoclubs de esa época se transformaron en tiendas multiprecio con la llegada de las televisiones de pago', apunta. El grupo instaló su primera nave destinada a este sector en 1989. Ahora su negocio se asienta en 10 plantas repartidas por España (de las que cuatro son propiedad suya) y en 2002 facturó 36 millones obteniendo cerca de tres millones de beneficios.

La compañía Vidal, con 21 puntos de venta mayorista en España y Portugal, es otro de los reyes del multiprecio en España, vendiendo al año más de 12.000 artículos distintos. Con el grupo Hormigos y los hermanos Domene, en Alicante, son los principales actores españoles de este negocio. Pero todos son conscientes de que el comerciante chino también quiere competir y de que ha entrado en el sector con fuerza. Y aquí no estamos hablando de las tiendas de barrio, sino un paso más, de grandes naves industriales que alimentan de mercancía a una extensa red de pequeñas tiendas multiprecio dirigidas por tenderos chinos.

Volvamos a Fuenlabrada. En uno de sus polígonos, el de Cobo Calleja, corre el rumor de que 'los chinos quieren quedarse con todo'. Los letreros con caracteres chinos son visibles desde la carretera. En los últimos tres años cerca de 80 naves han pasado a manos de comerciantes chinos que se dedican en su mayoría al mismo negocio que Vidal, Hormigos o los hermanos Domene.

Los empresarios españoles de la zona temen que también les desplacen a ellos. 'Tienen unos precios con los que no podemos competir', admite uno. La mayoría se queja de que no almacenan bien la basura y de que en algunas naves vive gente, lo que levanta la sospecha entre los empleados del polígono (en total, suman cerca de 20.000 personas) de que son trabajadores explotados.

Personal de los bancos presentes en el polígono dicen que los empresarios chinos no están interesados en sus entidades. En realidad, los propios bancos no están interesados de momento en tenerlos como clientes. 'No piden créditos ni préstamos y a veces han venido con grandes cantidades de dinero, al contado, y no podemos saber su procedencia', dice un empleado.

Competencia

En este polígono tiene Hormigos dos naves. En septiembre inaugurará otra en la que ha invertido cuatro millones. A él la competencia asiática no le da miedo. 'Competimos con cualquiera', insiste, mientras muestra unos vasos colocados en metros y metros de estantería: 'Diseño italiano', señala orgulloso. Hay días en los que, afirma, trabaja 23 horas, pero 'da igual, no puedo estar sin trabajar', explica este empresario que dejó el colegio para ponerse a trabajar con sus padres en la tienda de ultramarinos que regentaba la familia en un pueblo toledano. Hoy sólo con lo que gana al mes por alquilar algunas de las naves que años atrás ha ido comprando suma más de 120.000 euros.

Para Hormigos, la clave está en trabajar duro. Algo en lo que coincide con Zhijian Huang, presidente de la Asociación de Comerciantes Chinos en España, creada esta misma semana por empresarios chinos presentes en Cobo Calleja. 'Ahora estamos intentando convencer a nuestros asociados de que no trabajen los sábados', dice.

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