Ante la reforma de la PAC
Jesús G. Regidor sostiene que en la UE existen dos tipos de agricultura, una territorial predominante en las zonas más atrasadas y otra comercial. El autor defiende que la reforma de la política agraria incorpore esta realidad
La introducción del concepto de multifuncionalidad (Consejo Europeo de Luxemburgo de 1997) en la caracterización y definición del modelo agrario europeo durante los últimos años ha ocasionado un amplio debate, más teórico que práctico.
Mientras que en el ámbito internacional (OMC, OCDE, FAO...) a menudo se ha considerado que la apelación a la multifuncionalidad era una nueva forma de defender el mantenimiento de una política agraria especialmente proteccionista, en el interior de la UE este concepto apenas ha tenido una traducción en medidas políticas concretas (los 'contratos territoriales' de la Ley de Orientación Francesa constituyeron una singular excepción).
Con todo, en la redefinición de los objetivos de una política agraria común (PAC) reformada es ineludible tener en cuenta que el logro de una agricultura y un desarrollo rural sostenibles implican la consideración de que la actividad agraria es multifuncional, y produce efectos económicos, sociales y ecológicos. Sin embargo, sólo los efectos económicos (producción agroalimentaria) se ven compensados por los mercados y las políticas agrarias, quedando sin apenas retribución los efectos sociales (mantenimiento de la población rural) y los ecológicos (conservación de los recursos naturales y culturales), aunque el reconocimiento político y social de su importancia ha crecido considerablemente.
La tendencia general se dirige hacia una agricultura concentrada y con pocos agricultores profesionales
La construcción de una nueva legitimidad para la PAC requiere aplicar la multifuncionalidad como un principio inspirador de las nuevas medidas políticas. Más concretamente, la utilización de este principio en la nueva PAC no sólo debería favorecer la cohesión económica, social y territorial en la UE, a diferencia de lo que ha venido ocurriendo hasta el presente (véanse los sucesivos Informes de Cohesión de la Comisión Europea), sino que debería condicionar el contenido específico de las principales medidas de reforma previstas: singularmente, el nivel de las 'ayudas directas' y su forma de distribución y las nuevas 'medidas de desarrollo rural'. ¿De qué modo?
Esta propuesta parte de tener en cuenta que en la UE, como en muchos otros países desarrollados, se ha consolidado un modelo dual de agricultura: una agricultura territorial y una agricultura comercial. La primera es predominante en número de explotaciones (el 77%) y la segunda, en superficie agraria (el 67%) y resultados económicos (el 82%, ayudas incluidas), siendo el empleo compartido (al 50%).
Estos dos tipos de agricultura, constituidos por explotaciones de pequeña y mediana dimensión económica y por medianas y principalmente grandes explotaciones, tienen una importancia diferente en la economía del medio rural, dependiendo del tipo de zona rural. Muy a menudo en las áreas económicamente más atrasadas la agricultura territorial es dominante, pero en las áreas intermedias de mayor desarrollo económico la agricultura comercial está más presente.
Así, a pesar de su reducida dimensión económica estas explotaciones territoriales juegan un importante papel en estas áreas atrasadas. Brevemente, son más importantes por el mantenimiento del empleo y de la población rural, y de los recursos naturales, que por su contribución a la producción agraria. Por el contrario, en algunas otras, como a menudo ocurre en las áreas intermedias, las explotaciones comerciales, que poseen la mayor parte de la superficie, la producción y los resultados económicos, y están relacionadas con los mercados internacionales, son menos determinantes.
Las consecuencias para las áreas rurales han sido claras. Existe una distribución muy desigual de la renta agraria entre explotaciones, por lo que cada vez más agricultores buscan nuevas fuentes de rentas en otras actividades económicas en el medio rural (pluriactividad).
En la UE el 10% de las explotaciones obtienen dos tercios de los resultados económicos, y existen también en muchos países cada vez explotaciones más grandes con menor ocupación agraria, constituyendo la dedicación 'a tiempo parcial' una característica general de muchos agricultores.
Así pues, estos dos tipos de agricultura presentan una diferente funcionalidad, dependiendo de su dimensión económica y de las características de la zona rural en que se lleva a cabo su actividad. La nueva reforma de la PAC debería incorporar esta importante realidad.
Surge la pregunta de si la mayor parte de este tipo de agricultura territorial debe desaparecer. Parece que en nuestros países desarrollados deberíamos mantener esta actividad en numerosas áreas por razones económicas y, sobre todo, sociales y ecológicas, pero la tendencia general se dirige hacia una agricultura geográficamente concentrada con pocos agricultores profesionales. Un desarrollo económico más equilibrado territorialmente, una mayor cohesión socioeconómica exigen el mantenimiento y la mejora de esta actividad.
En conclusión, diferentes tipos de agricultura requerirían políticas diferenciadas: el objetivo de las políticas no debería ser principalmente apoyar a la agricultura comercial. Si queremos mantener vivas nuestras zonas rurales, y en particular las económicamente más atrasadas, necesitamos asegurar el mantenimiento de nuestra agricultura territorial, pues constituye un activo para un desarrollo rural europeo sostenible.