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Columna
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Retoques o remedios

Parece que, por fin, llega la hora de la verdad en la renovación del Pacto de Toledo. Aunque dado el tiempo final de legislatura en que nos encontramos no es previsible que se aborden los grandes problemas y soluciones que requiere el sistema español de pensiones.

El debate sobre la mesa se va a establecer sobre el alargamiento del tiempo de cotización a considerar para la determinación de la pensión, pasando de los 15 años actuales a tener en cuenta toda la vida laboral. Siendo importante, la medida no resuelve los problemas de fondo que se presentarán en ese horizonte fatídico de dentro de 12 años -cada vez queda menos para 2015-. Aun y con todo, el consenso que reclama el PP para la adopción de la medida ya se anuncia negado por IU, lo que era de esperar. El problema de fondo estriba en que la disminución de activos y el incremento de pasivos da por necesidad un punto de inflexión en que el sistema entra en déficit. Toda solución que no aborde ese nudo será un mero retoque.

También se habla de reforzar en el futuro los principios de contributividad y proporcionalidad, que es lo mismo que decir que los cálculos para el señalamiento de pensión descansarán más en criterios actuariales. Está muy bien, y aquí el acuerdo no tiene por qué ser imposible, añadiendo la nota de justicia tal vez. Pero como vamos a ver es irrealizable en la aplicación práctica, o, por lo menos, no se puede llevar a cabo en todos los casos, incluso será necesario establecer criterios opuestos.

Actualmente las carreras largas de cotización -de más de 35 años- son castigadas por el sistema, desde una perspectiva actuarial, frente a las carreras cortas -desde 15 años- que se ven muy primadas. Pensar en más contributividad y proporcionalidad en las carreras largas -lo que equivaldría a aumentar su porcentaje de pensión- no se lo cree nadie, y, además, los tiros apuntan a lo contrario. Igual ocurre respecto de las carreras por debajo de 15 años, que carecen de derecho a pensión y a nadie se le ha pasado por la cabeza otorgarla.

Es imprescindible aplicar contributividad y proporcionalidad a las carreras cortas, reduciendo el porcentaje de pensión, por justicia con las carreras largas, calculando el rendimiento financiero de las cotizaciones de la misma manera que las largas. Lo que permitirá que la inmigración pase a ser buena para el sistema, en vez de perjudicial, ya que hoy por hoy la inmigración es de suponer que genere tiempos cortos de cotización, que se traduce en una carga para el conjunto, al estar primadas.

El desfase futuro entre ingresos y gastos sólo se soluciona de una manera. O se aumentan los ingresos o se reducen los gastos. ¿Podrán elevarse las cotizaciones o reducirse las pensiones? La respuesta es rotundamente no. La estructura de la pirámide de edad es irremediable. Entonces, ¿qué hacer? Pues lo que están haciendo en Francia y Alemania: alterar artificialmente la relación entre activos y pasivos por arte del legislador. ¿Cómo? Posponiendo la edad de jubilación, así habrá más activos y menos pasivos. Este es el remedio último.

Tal solución tiene limitaciones. No se puede ir aumentando siempre la edad de retiro. Se hace necesario introducir otras medidas: el desarrollo de sistemas complementarios de previsión social, privados y públicos -¿por qué no?-. Hasta ahora los sistemas complementarios se conciben sólo en el ámbito privado, pero puede perfectamente pensarse en un montaje público de capitalización mediante aportaciones voluntarias con inversión en deuda pública a largo plazo.

Esta medida tiene una grave lacra. El ahorro previsión lo hace quien puede ahorrar, es decir que tiene capacidad de ahorro, con importantes beneficios tributarios -en realidad se trata de un diferimiento en el pago del impuesto-. Debería establecerse el mecanismo que permita ahorrar a los que no tienen capacidad económica para realizarlo. No hay otro que subvencionar directamente el ahorro de las personas con menos recursos económicos. En Alemania se introdujo hace dos años.

Cuanto más tiempo pase sin fomentarse los sistemas complementarios de previsión, más drástica deberá ser la aplicación de ese mágico e injusto bálsamo de Fierabrás consistente en trabajar más y cobrar pensión menos tiempo.

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