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La entrada para el concierto, en la huella dactilar

Algunos lo atribuyeron al efecto Matrix. Y es que los miles de jóvenes que asistieron el fin de semana pasado al festival Primavera Sound, que se celebra en Barcelona, se encontraron con una sorpresa a la hora de canjear sus entradas de papel por el pase que les daba acceso al recinto de conciertos durante los dos días que duraba el festival. Sus huellas dactilares iban a ser su entrada a lo largo de los dos días. Una entrada personal, intransferible... e infalsificable.

Hace ya algunos años que los encuentros musicales para los jóvenes cambiaron las entradas en papel por unas pulseras de plástico que se colocaban el primer día del festival. Esta pulseras tienen un cierre de seguridad que impide que se puedan quitar sin romperlas, con lo que se evita de esta forma que se puedan pasar las pulseras de una a otra persona, reduciendo así el número de gente que entra sin pagar. Pero la picaresca va tan rápido como las iniciativas de los promotores y los habituales a este tipo de encuentros saben que con un mechero y un poco de paciencia se consigue una pulsera de quita y pon, para desgracia de la organización.

'Buscábamos un nuevo sistema que permitiera controlar el acceso de miles de personas, como era el caso del Primavera Sound, y que redujese al mínimo la gente que se cuela en el recinto usando la entrada de una persona que ya está dentro', explica Pablo Soler, director del festival barcelonés. Este objetivo les llevó a ponerse en contacto con la empresa CD World, una firma catalana dedicada a la importación de material informático y que cuenta con una división, Ekipsoft, que desarrolla aplicaciones de software y que ya tiene varios productos de control de presencia por biometría.

Para salvar la dificultad que suponía tener que recoger los datos de miles de personas, el sistema se ideó con una tarjeta con un código de barras que se entrega al asistente al concierto. A ese código se le asigna la lectura de la huella dactilar. 'No se hace una lectura completa de la huella, porque sería muy lento. Sólo se leen unos 8 o 9 puntos y, si coinciden con el código de barras de la tarjeta que lleva la persona, se le facilita el acceso', explica Kim Sorensen, máximo responsable de CD World. Es por este motivo por el que los datos recogidos no suponen un problema de privacidad para los asistentes, ya que el sistema no puede reconstruir la huella.

El sistema, complejo en apariencia, se había ensayado previamente en un concierto para unas 1.000 personas en una sala de Barcelona, y, tras la experiencia en el Primavera Sound, los resultados fueron satisfactorios, con 28.000 accesos contabilizados sin apenas incidentes. Según Maxi Ruiz, director técnico del festival, 'las colas que se originaron fueron por falta de espacio en el Poble Espanyol donde se celebraron los conciertos para instalar más puntos de toma de huellas para la base de datos, porque la entrada al recinto era ágil; con todo, estas colas son similares si hay que colocar las pulseras, porque, según nuestros cálculos, tardábamos entre 10 y 13 segundos en tomar la huella, y cuesta hasta 30 segundos colocar la pulsera'. Y añade otra ventaja: 'Por la puerta no se coló nadie'.

Ahora CD World y Primavera Sound estudian crear una empresa conjunta para comercializar el sistema, que se podría aplicar a 'eventos que reúnan a mucha gente y que precisen de un control de seguridad en los accesos, como congresos o reuniones'. Como cantaba un grupo de jóvenes mientras hacía cola, rememorando aquel viejo éxito de Radio Futura: 'El futuro ya está aquí'.

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