Chupa Chups prescinde de cuatro plantas en el exterior tras caer sus ventas un 17%
Según anunció ayer la propia compañía, durante el año pasado las ventas mundiales cayeron un 17%, hasta situarse en 501 millones de euros. Este descenso ha situado las pérdidas del ejercicio en 6,3 millones de euros, aunque las estimaciones de la propia empresa a principios de año arrojaban un resultado negativo de unos 18 millones.
El plan de Pérez Cuesta ha supuesto el cese de la actividad en Brasil, la venta de las instalaciones en China a un socio local, la reducción casi total de la planta de México y, finalmente, el cierre de la planta francesa de Bayona, la más antigua del grupo. Esta última medida fue comunicada el pasado martes a los 67 trabajadores de la instalación.
La única planta en el extranjero que Chupa Chups no ha decidido todavía cerrar es la que tiene en San Petersburgo (Rusia). Sin embargo, una segunda planta de bollería industrial, que también está situada en este país, forma parte de los activos que el plan industrial de Chupa Chups considera no estratégicos. Se da la circunstancia de que la familia Bernat protagonizó en los ejercicios 2001 y 2002 una batalla judicial con su socio en el negocio ruso de bollería, Pastelería Ballabriga, para hacerse con el 100% del capital de la compañía. El conflicto se saldó con la compra del 50% de los Ballabriga.
La intención del nuevo director general, que ha trabajado en Danone y Henkel, es concentrar toda la actividad productiva en las fábricas españolas que el grupo tiene en Sant Esteve de Sesrovires (Barcelona) y Villamayor (Asturias), donde actualmente sólo se trabaja a un turno. La saturación de estas fábricas permitirá una rebaja de costes.
Sin azúcar
El segundo puntal del plan de reestructuración es la apuesta por la confitería sin azúcar, la única que ha crecido en el último año en ventas y en la que Chupa Chups todavía no está presente. La compañía ha realizado una prueba piloto en el País Vasco de su Chupa Chups Cremosa, que es el primer producto en este segmento y cuyo lanzamiento nacional se hará en breve.
Pérez Cuesta apuesta por centrarse en los dos productos más exitosos de la marca (Chupa Chups y Smint) y realizar fuertes campañas publicitarias para estimular su consumo. Esta decisión supone el cierre de la división de juguetería Crazy Planet.
El plan ha permitido a Chupa Chups lograr un crédito sindicado por valor de 75 millones para reestructurar su deuda a largo plazo. Además, la familia Bernat recapitalizará la compañía mediante la cesión de la marca Chupa Chups a la compañía y la compra de la histórica Casa Batlló en el paseo de Gracia de Barcelona.