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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

...y no para todos

La prudencia es especialmente aconsejable en una industria como la de aerolíneas, que lleva a las espaldas varias crisis consecutivas de gran magnitud. Tras el batacazo sufrido por las compañías como consecuencia de los atentados del 11 de septiembre, que frenaron en seco las reservas de los viajeros en todo el mundo, las aerolíneas se vieron duramente castigadas por la incertidumbre ligada a la guerra de Irak. Concluido el conflicto militar, la crisis de la neumonía asiática se suma ahora a la lista de desastres que azotan al sector. Además, la creciente sensación de inseguridad provocada por la oleada de atentados terroristas de las últimas semanas sin duda agrava el escenario.

El horizonte sigue, pues, plagado de nubarrones para las compañías aéreas. La Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA) habla ya de la peor crisis de la historia de la aviación. Y el principal problema es que no hay elementos que permitan ver a medio plazo la luz al final del túnel.

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