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Ejecutivos hechos a sí mismos

De botones a director general

Comenzó su carrera como chapista en un taller mecánico. Luego fue botones en un hotel de Madrid. Después, Alberto Lisnier, coruñés, de 65 años, emigró a Venezuela, donde estudió contabilidad y comenzó a trabajar en la firma de cosmética Pond's. De ahí pasó a vendedor en Procter & Gamble. Más tarde a contable en una empresa de plásticos. Y, por último, a contable en Estée Lauder en Venezuela. Hoy dirige la empresa de cosmética en España. Tiene 65 años y la satisfacción de haber comenzado su andadura profesional desde abajo. Sin padrinos y sólo con estudios primarios. "Sólo con mi esfuerzo y mucho afán de superación", explica.

Alfonso Jordán tenía 12 años cuando se inición como camarero en un pueblo del Bajo Ampurdán. Poco a poco, fue adentrándose en el mundo de la hostelería. Todos le decían que llegaría a algo el día que fuera director del hotel Ritz de Madrid. Era su sueño, puso empeño y lo consiguió. También desde la base y como auxiliar administrativo comenzó en 1975 Jorge Gost en Banco Popular. Poco a poco fue ascendiendo dentro del banco hasta que esta semana ha fichado por el Banco Pastor como alto ejecutivo para dirigir la red comercial. Son tres ejemplos de ejecutivos hechos a sí mismos, algo que hoy resulta, según los expertos, un poco más difícil. Lo cuenta la directora del centro de recursos humanos del Instituto de Empresa, Cristina Simón: "Cada vez es menos posible ascender por méritos asociados a la antigüedad, como ocurría en la banca, porque lo que se tiene en cuenta es el valor que se aporta a la compañía".

Es un asunto delicado, pero, en opinión de Simón, eso no quiere decir que los profesionales que llevan mucho tiempo dentro de una empresa no aporten valor. "Ahora se vincula el mérito al desarrollo del negocio. Por ejemplo, en un despacho de abogados se busca y se valora a aquellos que puedan aportar una cartera de clientes", señaló Simón. Esto significa que la gsetión de carreras profesionales ha cambiado. Los profesionales velan más por su trayectoria que por la compañía. Se suele planificar tanto la carrera que la permanencia en una empresa se entiende, en ocasiones, como un trampolín para saltar a otra.

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El éxito profesional depende, según explica el presidente de la compañía de mensajería rápida MRW, Francisco Martín Frías, de la autoconfianza. "Hoy en día es importante tener estudios, saber hacer un plan de negocios y un máster en dirección de empresas, pero también es fundamental la actitud que tengas ante el trabajo".

æpermil;l lo sabe bien. A los 11 años dejó la escuela. Sus padres dejaron el pueblo segoviano en el que vivían y se trasladaron a Barcelona. Su padre trabajaba como taxista y su madre abrió una tienda de comestibles, en la que echó una mano hasta que cumplión los 14 años.

Fue a esa edad cuando Francisco Martín Frías comenzó a ayudar a su padre, que había conseguido un camión en una subasta del Ejército. A los 18 años se independizó y comenzó a trabajar en un negocio de excavadoras. Le fue bien y empezó a contratar empleados. Con 37 años compró la compañía Mensajeros Radio (hoy MRW) y vendió las excavadoras: "Me propuse ser el número uno", dice satisfecho, además, por haberse fijado la meta de convertirla en una de las compañías más solidarias de España. Pero más por haber conseguido, sin haber pisado la universidad, el sueño de llegar a lo más alto dentro de una empresa. "Hoy en día, si no tienes formación, es muy difícil escalar puestos. La diferencia la marcan los estudios y tener un máster en dirección de empresas, pero también creo que una buena base formativa se consigue con el trabajo y con la experiencia".

Alberto Lisnier: 'Hoy mi carrera es imposible'

Comenzó su carrera como chapista en un taller mecánico. Luego fue botones en un hotel de Madrid. Después, Alberto Lisnier, coruñés, de 65 años, emigró a Venezuela, donde estudió contabilidad y comenzó a trabajar en la firma de cosmética Pond's. De ahí pasó a vendedor en Procter & Gamble.Más tarde a contable en una empresa de plásticos. Y, por último, a contable en Estée Lauder en Venezuela. 'Hice méritos y, cuando se marchó el director general, me ofrecieron el cargo a mí', explica Lisnier. Hoy es director de la compañía en España.'Soy consciente de que ahora mi carrera es imposible. En estos momentos, las compañías exigen profesionales muy bien preparados'. Y agrega que, si uno de sus hijos tuviera que abrirse camino sólo con estudios primarios y sin el bachiller, no tendría nada que hacer. 'Yo tuve la suerte de poder hacerme a mí mismo y de saber lo que es una empresa desde abajo. He trabajado muchísimo para llegar donde estoy. Nadie me ha regalado nada'. Para Lisnier es un orgullo relatar su historia y se pregunta: '¿Qué habría sido de mí con estudios?'.

Francisco Martín: 'Mi formación es el trabajo'

En opinión del presidente de la empresa de mensajería MRW, Francisco Martín Frías, empezar desde abajo, como él hizo, hoy en día es imposible. 'La gente tiene que estar formada si quiere prosperar. En mi caso no fue posible que estudiara, pero me formé a través del trabajo' .Sabe que es necesario tener una carrera, hacer un plan de negocios y contar con un máster en dirección de empresas. Pero para Martín Frías tan importante como todo eso es tener autoconfianza. 'Es fundamental la actitud que tengas ante el trabajo'. A los 11 años dejó la escuela porque sus padres abandonaron el pueblo segoviano en el que vivían para abrirse camino en Barcelona.Comenzó en una tienda de alimentación con su madre y luego echó una mano a su padre que tenía un camión de transportes. Con 18 años se inició en un negocio de excavadoras, con el que empezó a contratar empleados y a los 37 años compró una empresa de mensajería y se propuso 'ser el número uno'. Una constante en su vida, en la que todo lo ha obtenido con disciplina.

Miguel Lladó: 'La empresa se conoce desde abajo'

Para entender un negocio hay que empezar desde abajo. Miguel Lladó, de 45 años y director general de Bimbo, inició su carrera como mando intermedio. Pero entendía que no era suficiente. Quería conocer la empresa desde abajo.'Los vendedores son la pieza clave y me iba con un camión a las cuatro de la madrugada colocando el producto en las estanterías'. En opinión de Lladó, en una empresa hay que conocer cómo trabajan las posiciones inferiores y respetarlas. Eso le ha permitido ascender a este ejecutivo, licenciado en Económicas y Empresariales.'Gracias a que decidí adquirir esa experiencia desde otro puesto inferior, he ganado en confianza para posicionar el negocio', señala Lladó, que pone como ejemplo a los estadounidenses. 'Allí, el presidente de una empresa de pizzerías está seis meses haciendo pizzas. Es la única manera de que el negocio funcione'.Para Lladó es bueno 'ponerse en los zapatos de otro porque es la única manera de aprender'. Sabe que el equilibrio enriquece como profesional.

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