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Futuro

Dólar / euro

Las decisiones de los responsables de los bancos centrales americano y europeo han sumido al mercado en mayores incertidumbres. Santiago Satrústegui reflexiona sobre éstas

El final de la guerra de Irak, principal foco de atención de los mercados financieros en los últimos meses, ha obligado a inversores y analistas, casi por sorpresa, a enfrentarse de nuevo con los fundamentos económicos y con los beneficios de las empresas prácticamente sin solución de continuidad, debido a la coincidencia del final de los hostilidades con la publicación de la batería de datos empresariales relativos al primer trimestre. Era lógico esperar que no fueran demasiado buenos, pero en general los resultados han mejorado las previsiones. A pesar de ello, la reacción al alza de los mercados ha sido tímida, probablemente porque no se terminan de creer que podamos empezar a superar la crisis.

Incertidumbres abiertas quedan muchísimas, entre otras cosas porque los últimos acontecimientos nos han enseñado a asignar probabilidades, aunque sean pequeñas, a cualquier amenaza potencial que se nos pueda ocurrir, ya que incluso lo más inesperado hemos visto que a veces sucede, pero tenemos que reconocer que hoy estamos mucho mejor que hace un mes y medio. El precio del oro y el del petróleo, que algunos veían en 80 dólares / barril, reflejan un impacto de la guerra en la economía mucho menos negativo del esperado, y esto supone una importante reducción del nivel de riesgo que tendrán que soportar los inversores a partir de ahora.

Las decisiones de los responsables de los bancos centrales americano y europeo respecto a los tipos de interés se anticipaban, con la paridad dólar / euro como protagonista, como una importante referencia de lo que podemos esperar de cada una de los dos economías. El resultado de las decisiones, no hacer nada en los dos casos, ha dejado, como casi siempre, sumido al mercado en las mismas o mayores incertidumbres. A pesar de que la economía americana parecía encontrarse en una mejor situación, la disposición de la Reserva Federal a seguir bajando tipos en su lucha contra la deflación nos dejaba bastante desconcertados y hacía desplomarse la cotización de un dólar que en estos niveles se convierte en el mejor revulsivo para la economía americana.

Después de esta declaración de intenciones la pelota quedaba en el tejado del BCE, presionado por una economía alemana sumida en tremendos problemas y con una situación de tipos de interés relativos que favorece la fortaleza de un euro, que, sorprendentemente, vuelve a sus niveles de partida cuando menos falta hacía. Pero a pesar de todo, la decisión fue no bajar tipos porque la resolución más rápida de lo esperado de la guerra reactivará por sí sola las economías. El reflejo en los mercados, Bolsas a la baja y mayores presiones en la cotización del euro. Con los tipos en mínimos y teniendo en cuenta el estrecho margen en el que se mueven las autoridades para recurrir al estímulo de la política monetaria, la evolución de los tipos de cambio puede ser ahora el factor con mayor influencia en la evolución de las economías.

El tiempo dirá si la decisión del BCE fue acertada o no. A priori, parece que un dólar débil supone un alivio para la economía americana: mejora las cuentas de resultados de las empresas, frena el crecimiento del déficit comercial y aleja el fantasma de la deflación. Sin embargo, para Europa un euro fuerte es una amenaza más para su frágil situación. Esperemos que las autoridades monetarias europeas no se vean obligadas a gastar sus últimos cartuchos cuando sea demasiado tarde.

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