Los sindicatos dan la espalda a las reformas del canciller Schröder
Las diferencias entre los sindicatos y el Gobierno alemán sobre la reforma del sistema social subieron de tono ayer, al suspender el consejo sindical del Partido Socialdemócrata (SPD) una reunión con el presidente de esa formación y canciller, Gerhard Schröder. Previamente el canciller y el líder de la DGB, Michael Sommer, no lograron acercar sus posiciones.
La cita entre los sindicalistas y la presidencia del SPD, prevista para la noche de ayer, quedó suspendida intempestivamente unas horas después de que un desayuno entre el canciller y el presidente de la Confederación de Sindicatos Alemanes (DGB), Michael Sommer, se cerrase sin acercamiento alguno.
Oficialmente, se fijará una nueva fecha para el encuentro tras el congreso extraordinario del SPD, el 1 de junio, donde Schröder someterá el programa de reformas a la aprobación del partido.
Sin embargo, la cancelación de última hora se interpretó en Berlín como la evidencia del cisma abierto entre el Gobierno y los sindicatos, aliados tradicionales de Schröder. Tras el desayuno con Sommer, el canciller admitió que persistían las posiciones encontradas con respecto a los planes del Gobierno para reformar el Estado de bienestar.
'En cuanto a contenidos, no ha habido movimiento. Sólo hemos intercambiado puntos de vista', dijo Schröder. El canciller considera que la aceptación de los planes de reforma está creciendo, aunque 'no en la medida en que queremos'.
Sommer dijo asimismo que no se había logrado superar las diferencias que separan al Gobierno de las organizaciones de los trabajadores, aunque indicaron que se había detectado una actitud 'reflexiva' de parte del Ejecutivo.
Los sindicatos confían en matizar un poco los planes de reforma antes de que los mismos se presenten ante el congreso extraordinario del SPD.
Hasta ahora, Schröder se ha mantenido inflexible en lo referente a los fundamentos de las reformas, pero mostró también disposición a discutir sobre algunos detalles.
La Agenda 2010, que contiene recortes a las ayudas a los parados y otra serie de medidas dolorosas, es considerada por los sindicatos y algunos sectores del SPD como un atentado al Estado de bienestar. Schröder ha repetido en la mayoría de actos destinados a defender la Agenda 2010 que la única manera de mantener con vida el Estado de bienestar es reformarlo para que éste siga siendo financiable.
Por otra parte, el canciller apeló ayer al sindicato IG Metall y a los empresarios del sector metalúrgico del este de Alemania a que alcancen una 'solución llevadera para el conjunto de la economía' ante las huelgas que organizan desde el pasado lunes. La citada central, que representa a unos 310.000 trabajadores de ese sector en los Estados federados que componían el antiguo territorio germano-oriental, reclama la introducción de la jornada laboral de 35 horas, de la que disfrutan sus compañeros del resto del país desde 1995.
'Hay conflictos cuyo desarrollo es muy preocupante en vista de la situación del mercado laboral', manifestó Schröder en Berlín.