La CE desmantela su poderosa unidad de fusiones tras los varapalos judiciales
Los funcionarios de la unidad de fusiones se integrarán progresivamente en el resto de unidades (telecomunicaciones, servicios, industrias básicas y bienes de consumo) que se ocupan de la política antitrust en el seno de la CE. El desmantelamiento concluirá antes del 1 de mayo de 2004. Bruselas renuncia a la unidad especializada que creó en 1990 para resolver en un plazo de apenas cuatro meses y medio las fusiones empresariales que tuvieran impacto en varios Estados miembros.
Esta ventanilla única ha merecido los elogios de empresas y abogados, que valoran la celeridad de los trámites y la validez de sus decisiones en toda la UE. Pero el selecto grupo, que a lo largo de su historia vetó 18 operaciones, provocó el abandono de 81 e impuso severas condiciones a muchas otras, también ha encajado acusaciones de arrogancia, falta de conocimientos económicos y parcialidad en sus decisiones.
La propia Comisión asegura ahora que 'no era muy lógico que los mayores expertos de telecomunicaciones, por ejemplo, no pudieran pronunciarse sobre una fusión en ese sector'. Algunas de las críticas, sin embargo, se encuentran ligadas al propio sistema de autorización administrativa que aplica la UE, por lo que cabe esperar que las quejas sobrevivan a la unidad de fusiones. Y seguirán arreciando las voces a favor de un sistema similar al de EE UU, donde corresponde a las autoridades demostrar ante el juez que una fusión es perniciosa para la competencia.
El comisario Mario Monti descarta de momento ese salto cualitativo y se escuda en la tradición de los Estados miembros para mantener el sistema de autorización previa. En cuanto a la decisión de eliminar la poderosa unidad de fusiones, la Comisión prefiere atribuirla a una mera reestructuración para distribuir mejor los escasos recursos humanos de que dispone la Dirección General de Competencia (500 funcionarios).
'La actividad de fusiones empresariales es cíclica, así que necesitábamos adaptar nuestra estructura a esa realidad', justifican la reforma fuentes de la CE. Pero la desaparición de este cuerpo de élite de apenas 80 funcionarios, cuyas siglas en inglés (MTF) se han cruzado en el camino de gigantes como GE, Boeing o Volvo, refleja para los observadores una dura batalla política sobre el futuro de la política de control de fusiones en Europa.
'No me cabe ninguna duda de que es una decisión política y no administrativa', señala un veterano abogado especializado en competencia. El propio Monti reconocía este mismo mes en EE UU que 'no hay duda de que hemos profundizado algunas de las reformas que teníamos previstas después de las tres decisiones anuladas por el tribunal de primera instancia'.
Sentencias en contra
Bruselas había iniciado ya el proceso de consultas para modernizar su política de competencia cuando llegaron las tres demoledoras sentencias que anularon la prohibición de otras tantas fusiones: Airtours/FirstChoice; Schneider/Legrand y Tetralaval/Sidel. En los dos primeros casos, las empresas incluso estudian la posibilidad de demandar a la CE por daños y perjuicios. Y aún está pendiente el recurso de General Electric contra la decisión que abortó su fusión con Honeywell después de que las autoridades de EE UU hubieran dado el visto bueno a la operación.
Estos varapalos judiciales han obligado a Monti a proponer una reforma de más alcance del esperado, incluyendo una ampliación de los plazos de revisión de las fusiones (hasta casi siete meses) y el aumento de los controles internos sobre la unidad de fusiones. Esa reforma necesita el visto bueno de los 15 Estados miembros para entrar en vigor, como propone Monti, el 1 de mayo de 2004 (fecha en que se incorporarán 10 nuevos socios a la UE).
Pero el comisario no necesita la aquiescencia de los Gobiernos nacionales para realizar una reestructuración interna que ponga fin a la existencia de la unidad de fusiones. Su disolución puede permitir, además, una transformación más sustancial de los planteamientos teóricos de la política de competencia.
En el veredicto sigue pesando el potencial impacto de una fusión en sus competidores, un criterio que EE UU abandonó hace años en favor de una metodología más economicista y verificable.
Monti, economista de formación, ha buscado acercar el análisis comunitario a ese planteamiento, pero ha encontrado una férrea resistencia en la poderosa unidad de fusiones. 'A veces, la voluntad política de los comisarios ha sido rehén de los técnicos de la unidad de fusiones', señala un abogado. Ya no volverá a ocurrir.