Neumonía atípica, pulmonía económica
La preocupante evolución de la neumonía atípica, que se ha cobrado ya más de 275 muertes entre más de 4.500 casos en todo el mundo, adquiere una dramática relevancia en China, origen del foco y motivo de alarma en la comunidad internacional. La OMS ha extendido recientemente la prohibición de viajar a Pekín y la provincia de Shanxi, uniéndose a Cantón y Hong Kong, primeras incluidas en la lista negra.
Frente a las medidas radicales -como cortes de carreteras-, adoptadas en la capital china para evitar los desplazamientos de población, el Gobierno de Hong Kong ha diseñado un paquete de ayudas a las empresas afectadas por la epidemia, que amenaza la ya maltrecha economía de la ex colonia y sus mermadas arcas públicas.
A ello se unen los temores desde países occidentales de que la numerosa comunidad china de ultramar -casi 30 millones de personas en todo el mundo- contribuya a propagar la enfermedad, como parece haber ocurrido en Toronto. La ciudad canadiense ha sido incluida también en la lista de la OMS, pese a las quejas de sus autoridades.
Aunque es prematuro aventurar predicciones acerca de una epidemia de origen tan reciente, es indudable que sus consecuencias económicas pueden ser muy graves si la propagación continúa al ritmo actual. Al margen del impacto directo sobre el turismo en uno de los mercados con mayor proyección, la actividad empresarial en conjunto se puede ver muy afectada. Es evidente que, pese a los avances en las tecnologías de comunicación, las visitas y el contacto personal siguen siendo imprescindibles en los negocios internacionales. En este sentido, los temores por la epidemia se observan ya en dos manifestaciones económicas esenciales.
Por un lado, la actividad ferial en China y su presencia en salones extranjeros se encuentran ya en peligroso descenso. Al reciente veto a expositores chinos de una feria suiza de relojería, se han unido la cancelación del prometedor Salón del Automóvil de Shanghai y el fracaso de la célebre feria multisectorial de Cantón, que ha registrado sólo un tercio de los pedidos de la edición anterior.
La reducción o cancelación de los viajes a China afecta también al gran número de desplazamientos que efectúa el personal técnico y directivo de las 150.000 empresas extranjeras con inversión en el país. Estos desplazamientos son esenciales no sólo para la gestión de las filiales, sino también para materializar transferencias de tecnología y conocimientos, esenciales para el desarrollo del país.
La competitividad china en su conjunto puede verse amenazada por un aislamiento forzoso, amén de los recelos que pueden despertar en otros países los productos made in China, asociados con una epidemia desconocida y altamente contagiosa.
Al margen de destituciones históricas en un país poco acostumbrado a exigir responsabilidades a sus gobernantes, la Administración centra su esfuerzo en defender encarecidamente Shanghai como bastión de la resistencia a la epidemia. Esta estrategia obedece al papel de la ciudad como motor económico del país y escaparate ante el mundo, por ser sede de gran número de empresas extranjeras y hogar de miles de expatriados. Sin embargo, un equipo de la OMS desplazado a la ciudad deberá en los próximos días corroborar las cifras oficiales sobre la enfermedad. La caída de Shanghai podría representar un punto de inflexión en el curso de la epidemia y su impacto económico futuro.
Cuando la economía mundial parecía dejar atrás la incertidumbre de la guerra, un riesgo de enormes proporciones se cierne ahora sobre una de las grandes promesas económicas de nuestro tiempo. Las extraordinarias cifras de crecimiento en China, facilitadas al inicio del brote epidémico, confirmaban no sólo el buen ritmo de progreso sino sobre todo un importante cambio de tendencia. El consumo privado parecía recuperar el protagonismo como motor del PIB -en detrimento de la inversión pública-, confirmando así el progresivo despegue del mercado de consumo chino.
æpermil;sta era una de las noticias más esperadas por empresarios del mundo entero, desde fabricantes de automóviles hasta productoras de Hollywood. Su aprovechamiento futuro exige, no obstante, que la neumonía atípica se convierta pronto en una más de las extrañas plagas pasajeras, que -como el ébola o la fiebre aftosa- han azotado nuestra sosegada existencia sin demasiados estragos.
En caso contrario, la amenaza de gripe sufrida por la economía mundial con la invasión de Irak podría terminar en una auténtica pulmonía, severa, aguda y, sin duda, muy grave.