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Consecuencias de la guerra sobre la economía mundial

Antes de empezar la guerra Estados Unidos-Irak las perspectivas de la economía mundial eran sombrías. Para Greenspan, Estados Unidos mantenía su debilidad: disminución del empleo (300.000 puestos en febrero), cayendo la confianza del consumidor hasta el punto más bajo de los últimos años y fuertes desequilibrios macroeconómicos, tanto en déficit público como en balanza de pagos.

En la Unión Europea las últimas previsiones de crecimiento, tanto de la Comisión como de la OCDE, estiman que no superará en el 1% del PIB, con Alemania en recesión y Francia en el entorno del 0,5%, evolución negativa en el empleo y en el déficit público. En cuanto a Japón se prevé que continuará con el estancamiento económico que viene padeciendo desde hace varios años. Panorama que hacía paradójico otro año perdido para la recuperación económica.

El estallido de la guerra Estados Unidos-Irak agrava aún más el panorama, no sólo moralmente por tratarse de una guerra ilegal y desproporcionada, cuyo efecto no es el desarme de Irak de los presuntos arsenales de destrucción masiva, sino establecer un nuevo orden internacional, comandado por Estados Unidos como único imperio mundial, ya que desde el desmoronamiento de la URSS el poder bipolar entonces existente se ha convertido en unipolar.

¿Cuánto va a costar esta guerra? Con independencia de las vidas humanas, civiles y militares, que va a cobrarse y que no tienen precio, y del coste de las incertidumbres que desde hace meses se ha introducido en el mundo económico, el presidente Bush ha solicitado inicialmente del Congreso una dotación presupuestaria de 75.000 millones de dólares, como coste estimativo para una guerra de 30 días.

Han aparecido estimaciones privadas que alcanzan los 100.000 millones de dólares, que podrían subir a 200.000 millones si la duración de la guerra fuera mayor, y llegaría al billón de dólares si fuera necesario mantener un Ejército de ocupación y la total reconstrucción de Irak.

Es casi seguro que Estados Unidos se negará a financiar él solo tal volumen de recursos, por lo que una parte del coste la haría recaer, en concepto de reparaciones, sobre la única riqueza que tiene Irak, el petróleo, que en definitiva supondría aumentar aún más la pobreza en que ha vivido el pueblo.

No hay unanimidad entre los analistas acerca de hacia dónde se dirigirá la economía mundial cuando la guerra finalice. Los más optimistas piensan que se producirá una fuerte caída del precio del petróleo y que la reconstrucción de Irak tirará de la demanda en algunos países, especialmente en Estados Unidos, lo que dará lugar a una recuperación rápida de la Bolsa, como anticipo de la reactivación de la economía.

Los optimistas, pero más realistas, dicen que para que dicha recuperación sea sostenible se necesitará corregir los desequilibrios macroeconómicos que ya existían antes de la guerra y que se han visto agravados como consecuencia de la misma.

Altos déficit, inflación ascendente, elevados déficit de las balanzas de pagos por cuenta corriente, paro creciente, bajas tasas de ahorro de los agentes económicos y fuerte endeudamiento de las familias son desequilibrios que con mayor o menor intensidad se dan en casi todos los países.

Un escenario contemplado por los pesimistas es que los desequilibrios macroeconómicos enumerados sólo se corregirían si de verdad los Gobiernos se ponen manos a la obra, dispuestos a afrontar las contestaciones que las reformas estructurales iban a producir sin duda, y como esto políticamente no se acepta, en especial en los momentos actuales de muy bajo crecimiento, las reformas estructurales no se realizarán.

Basta tener un poco de memoria y recordar que hace tres años en la Cumbre de Lisboa los jefes de Estado y de Gobierno estuvieron de acuerdo en efectuar reformas estructurales para situar a la Unión Europea en la economía más competitiva del mundo, eliminando el fuerte desempleo que tiene la Unión. Prácticamente ninguna reforma estructural se ha realizado y así se ha reconocido por los diferentes países. Alemania y Francia, que podrían haber hecho de locomotoras para la recuperación, se encaminan al estancamiento.

Vamos a analizar la situación económica de Estados Unidos, ya que sería el único país que podría tirar de la economía mundial.

La confianza del consumidor ha caído en marzo 2,3 puntos, alcanzando los 62,5 puntos, después de una caída de 14 puntos en febrero, el nivel más bajo de los últimos años. De los diez últimos meses ha caído en nueve. El índice de confianza en la actividad económica disminuyó en 3,2 puntos, situándose en 62,5.

Todo ello, unido al alto nivel de endeudamiento de las familias, ha disparado la alarma sobre la morosidad persistente de aquéllas, con los efectos que podría tener sobre la economía, ya que el gasto de consumo de los hogares representa las dos terceras partes del PIB de Estados Unidos.

Los desequilibrios macroeconómicos hace ya tiempo que azotan a la economía estadounidense: el déficit de la balanza de pagos, que se encuentra entre el 4% y el 5% del PIB, y un déficit público fuerte, que se acentuará con la ampliación del gasto derivado de la guerra con Irak. Y que también aumentará con los recortes fiscales aprobados por el Congreso en el Presupuesto 2003-2004 presentado por el Gobierno, ascendente a 626.000 millones de dólares, importe que ha sido reducido a 350.000 millones de dólares por el Senado. Es de suponer que la cifra definitiva se fije en reunión conjunta Congreso-Senado. El paro ascendente, que ha derribado la creencia de una economía con pleno empleo, es otro grave problema de la economía norteamericana.

Después de lo expuesto, Estados Unidos tiene que hacer un fuerte saneamiento de su economía, con la implantación de profundas reformas estructurales que socialmente serán contestadas, lo que le impedirá asumir el papel de locomotora mundial de la economía.

Con Japón y la Unión Europea en recesión y Estados Unidos en una situación que puede conducirle por igual camino, se prevé un escenario pesimista de recesión mundial. Este pronóstico se agudizará en el supuesto de que el precio del petróleo se instalara en el entorno de 50 dólares/barril, ya que la economía mundial podría llegar a la estanflación, es decir, el estancamiento con inflación, la situación más perversa para la economía mundial.

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