_
_
_
_
Opinión

La imagen del medio ambiente

Ken Saro-Wiwa, Bhopal, Exxon-Valdez, y más cercanos, Aznalcóllar y Prestige, son hitos en la memoria colectiva del impacto medioambiental de la globalización irresponsable. Cada desastre perdura como una mancha negra en las memorias socio-ambientales de algunas empresas. La irresponsabilidad de unas pocas ha impregnado a otras, de modo que hoy una sociedad cada vez más preocupada por el entorno mira desconfiada hacia las multinacionales. Hace una década, The Ecologist apuntaba que el 70% de los flujos comerciales, el 80% de la inversión y el 90% de las patentes sobre productos y tecnología estaba bajo control de tan sólo 500 corporaciones. En 2001, las emisiones de sólo 122 empresas significó el 80% del volumen global de CO2. Los datos dejan claro que las grandes empresas pueden convertirse en el más efectivo actor de cambio hacia la sostenibilidad o en su mayor obstáculo. Y, algunas al menos, son conscientes. 'Nos hemos mirado al espejo, y no nos ha gustado lo que hemos visto'. Así encabezaba la petrolera Shell la redefinición de su política en 1998, tres años después del suceso de Nigeria. Fue la primera y más simbólica de un paquete de medidas destinadas a asumir el impacto socio-ambiental de sus operaciones. La autolimitación de emisiones de CO2, la campaña Tell Shell que pretende mantener el diálogo con las partes interesadas, o la inversión en energías renovables son iniciativas sensibles a las demandas sociales. Pero, ¿demuestran un cambio de estrategia? Según la organización Corpwatch, no lo suficiente -en 2001 Shell es candidata al reputado Corpwatch Greenwashing Award por falta de transparencia-, pero no puede negarse que estas experiencias marcan un punto sin retorno hacia una mayor responsabilidad social y ambiental corporativa.

El de Shell es sólo quizás el más conocido de los ejemplos del empeño de grandes empresas por redibujar su relación con el entorno a ojos de la sociedad: de motivo de desprestigio, a bandera de la reputación corporativa. En España, en los últimos meses, algunas compañías se han embarcado en esta estrategia: Iberdrola, Endesa y Repsol YPF han basado su mensaje de responsabilidad social en el respeto y armonía con el medio ambiente. Las empresas que configuran el Foro de Reputación Corporativa (BBVA, Telefónica, Agbar y Repsol YPF) asumen compromisos ambientales. Esa declaración de intenciones es un paso positivo. También es un avance la implantación de los sistemas de gestión ambiental tipo ISO 14001. Sin embargo, estos sistemas no vinculan a las empresas a ningún objetivo concreto más allá de una mejora continua y no exigen publicación de resultados. A veces lo dicho no se corresponde con lo hecho, y lo conseguido deja margen para la mejora. Por ello, estas iniciativas resultan insuficientes: recuperar la confianza de la sociedad requiere una mejora comprobable y comprobada de la relación de la empresa con su entorno. En este sentido, la dimensión medioambiental ofrece una ventaja frente a otros factores menos tangibles de la responsabilidad social corporativa: es menos subjetiva, más medible. La ciencia presta indicadores, sistemas de análisis que permitirán a la empresa certificar y rentabilizar sus logros de cara al ciudadano consumidor.

Archivado En

_
_