El cálculo de la prima de guerra enfrenta a los analistas bursátiles
Negar la mayor a estas alturas de la película es tan absurdo como telepredicar que la segunda Guerra del Golfo es la panacea, la gran pócima milagrosa que todo el mundo estaba esperando para salir de la postración.
Negar, en fin, que la incertidumbre bélica ha tenido una influencia negativa en los mercados financieros y de materias primas no conduce a ningún sitio. Lo importante, la pregunta del millón de dólares, es cuál ha sido el impacto real, la prima implícita. O, lo que es lo mismo, ¿cuánto ha bajado la Bolsa por el miedo a la guerra en marcha?
La dilación suele ser enemiga del mundo del dinero y de los negocios. Los amagos constantes de la Administración Bush, las fisuras -auténticas brechas ya- entre los aliados y las componendas diplomáticas de última hora han dejado extenuados a inversores, analistas y operadores. En los tres últimos meses no se han producido, así, cálculos y proyecciones en este sentido.
Hay que ir más atrás, hasta mediados del otoño, para encontrar argumentos en esta dirección. Se dijo entonces, como norma, que la prima de guerra estaba entre el 15% y el 20%, es decir, que si la guerra era breve y sin efectos colaterales, las Bolsas tendrían que subir de manera automática esos porcentajes sin valorar otros asuntos.
Hay analistas que consideran, no obstante, que el deterioro de la situación económica y de los resultados empresariales en lo que va de año invalidan esta tesis y que los mercados siguen excesivamente caros, con o sin guerra. Otra cosa es la euforia que se registra desde el jueves de la semana pasada y que ha dejado huérfanos los mejores pronósticos de subida en gran parte de los mercados. A propósito de este fenómeno, Richard Bernstein, de Merrill Lynch, aconsejaba a principio de esta semana aprovechar este rebote para vender.
Según Bernstein, los riesgos siguen siendo muy grandes, a la vez que destaca que el peligro de recesión es del 50% y que la valoración de la Bolsa, comparada con los beneficios, sigue siendo muy cara. Son ya muchos los expertos que comparten este sentimiento, aunque ganan posiciones los que argumentan que con las guerras las economías salen de la recesión, en pura teoría keynesiana.
Guerra, en fin, que ha logrado meter en el baúl de los recuerdos asuntos como la quiebra del sistema bancario y asegurador en Alemania, la burbuja inmobiliaria creciente y el enorme desafío que para la estabilidad financiera supone un mercado de bonos al límite.
Apuestas, profecías y el día después
En los últimos días se suceden las advertencias sobre el día después. Los analistas han vuelto a perder la compostura. Hay, en cualquier caso, sugerencias interesantes como las de Stanley Nabi, de Credit Suisse Asset Management LLC, que considera que, cuando concluya la guerra, la Bolsa subirá.Contaba Bloomberg la semana pasada respecto a este caso que, aunque las opiniones de Nabi no son usuales en Wall Street, su perspectiva sí lo es. El administrador de fondos de 72 años de edad creció en Bagdad. Su familia era una de las casi 200.000 familias judías de Irak en ese entonces. Aunque llegó a Estados Unidos siendo adolescente, dijo que sigue casi consumido por la política de Oriente Próximo.'El mercado subirá si ganamos rápido sin muchos daños o víctimas', ha dicho Nabi. 'Pero, después de eso, se verá lo feo'. La amenaza del terrorismo en Estados Unidos y el extranjero será lo feo, y podría mantener deprimida la confianza de consumidores y empresas hasta mucho después de que termine la guerra, declaró el administrador de fondos.