1. Amancio Ortega: La labor callada de Ortega
El gestor de Inditex apenas sale de Arteixo y se entrega cada vez más a causas sociales
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No concede entrevistas ni se deja ver en actos sociales. A pesar de ello, es el directivo con mejor imagen de España. Sin prisa, pero sin pausa, el perfil de liderazgo de Amancio Ortega, de 66 años, ha calado entre los ejecutivos españoles que han participado en el índice Merco y que le han votado como el ejecutivo con más prestigio. Y también uno de los más discretos. Tuvieron que pasar 36 años para conocer su rostro. Fue el 15 de septiembre de 1999. En la memoria de Inditex aparecía entre datos económicos y financieros la primera fotografía del fundador de Zara. Han pasado más de tres años, el éxito de la compañía es indiscutible y pocos retratos más hay en circulación. Su único exceso: el verano pasado posó para las revistas del corazón con una de sus debilidades, su hija Marta, que participaba en un concurso hípico en A Coruña. A pesar de que la revista Forbes lo cita como el hombre más rico de España, con 10.300 millones de dólares (unos 9.500 millones de euros), la decimoctava fortuna del mundo, él sigue viviendo en A Coruña y con la misma discreción de siempre. Ortega sigue apegado a su tierra y muy involucrado en los problemas sociales que afectan a sus paisanos.
Preside la Fundación Amancio Ortega, destinada a fomentar la cultura, educación, investigación y ciencia, en la que ha invertido 60 millones de euros. También ha donado una importante cantidad de dinero a paliar el desastre del Prestige. Y todo sin ningún tipo de algarabía, con la modestia que ha marcado siempre su personalidad. Ya se le conoce el rostro, pero jamás ha realizado declaraciones. Por tanto, la leyenda continúa. Dicen que su generosidad con sus empleados es tal que, según comentan los que le conocen, no le importa desprenderse de su avión privado y prestarlo a su equipo de comerciales para que descansen en alguna playa lejana. Ortega no olvida sus orígenes, comenzó como chico de los recados en la camisería Gala de A Coruña. Al poco tiempo pasó a trabajar de dependiente de la mercería La Maja, donde el producto que más se vendía eran las batas de señora. Y ahí, dicen, comenzó a darle vueltas al negocio. Pensó que si él mismo las cosía, las distribuía y las vendía, el margen de ganancia sería mucho mayor. No le puso hilo a la aguja solo: otra de las virtudes de Ortega es que le gusta trabajar en equipo. Así ocurrió.
Junto a su hermana Josefa y la que luego sería su primera esposa, Rosalía Mera, comenzó a hilar lo que luego sería el mayor grupo textil de España. En 1975 se abre la primera tienda Zara en España. Y comienza la gran revolución en el mundo de la moda. Nada le detiene. Una de las plazas más difíciles que tenía era Milán. Y también arrasó. En la cuna del diseño y del exhibicionismo desembarcó en la primavera del año pasado. A pesar de la expectación, Ortega no acudió a la inauguración de la tienda. Delegó y confió, una vez más, en su equipo, encabezado por el consejero delegado, como cuando Inditex salió a Bolsa y evitó acompañar en la gira previa a todo estreno bursátil a sus directivos. Y ahí sigue, sin prodigarse, sin ponerse corbata y con el prestigio cada vez más en alza.