¿Gestora o sociedad?
Está por ver aún el efecto que ha de provocar el reciente cambio del tratamiento fiscal de los fondos de inversión sobre el conjunto del sector y aledaños. La mayoría de los comentarios se centran en el número de traspasos entre fondos de la misma o diferentes gestoras; en sí el incremento de suscripciones y reembolsos percibido durante el mes de enero tiene que ver o no con esa actividad de movilización de fondos, o en el efecto que todo ello va a tener sobre las comisiones de gestión y reembolso.
La oferta de productos novedosos no está gozando de un gran protagonismo, con todo el espacio público ocupado por los fondos garantizados. Apenas se habla de las carteras gestionadas de fondos, un producto que algunas entidades ya habían tratado de promocionar, con el nombre de 'cesta de fondos' y sin mucho éxito, en el pasado. Los grandes cambios en el sector de fondos de inversión han estado siempre ligados a cambios en su tratamiento fiscal. Por eso, es justamente ahora cuando tiene todo el sentido hablar de carteras gestionadas de fondos: la nueva legislación fiscal permite rotar los fondos que constituyen una cartera de inversión (tomando las plusvalías en los momentos oportunos) sin que por ello nazca una obligación inmediata de tributar, permitiendo así un diferimiento adicional del impuesto. La cartera gestionada de fondos no puede por menos de recordar las carteras gestionadas de títulos de renta variable, lo que se conocía tradicionalmente como gestión de patrimonios. Este tipo convencional de gestión de carteras dejó de ser moneda corriente desde que el tipo del impuesto de sociedades aplicable a los fondos de inversión pasó del 13% al 1%, y desde que el impuesto aplicable a las plusvalías generadas por los fondos decrecía con la antigüedad de las participaciones. Con ello, desde comienzos de la década de los noventa dejó de tener parte de su sentido invertir en títulos de renta variable o fija, y el patrimonio de los fondos creció de manera exponencial.
La situación en estos momentos tiene características muy parecidas. ¿Por qué hacer gestión de una cartera de títulos de renta variable y tributar por las plusvalías tomadas si se puede hacer lo mismo con fondos de inversión sin tener que tributar por ello? La cuestión puede parecer algo bizantina dado que en estos momentos el verdadero problema no es la tributación por las plusvalías, sino las dificultades que existen (después de tres años de Bolsas a la baja) para conseguir las plusvalías mismas. También podría objetarse que la gestión con una cartera de fondos impide trabajar con valores individuales a los que el inversor atribuya una especial relevancia, ya que la ley exige a los fondos una dispersión de los riesgos. En este caso, la solución más aproximada serían los fondos sectoriales, de los que en España se están distribuyendo en este momento 685 (77 domiciliados en nuestro país), correspondientes a 13 sectores de Bolsa diferentes.
Desde el punto de vista fiscal, la gestión de una cartera de fondos será mucho más eficiente que la de una cartera de valores
Quizá los apasionados de la inversión tradicional en Bolsa preferirán seguir como hasta ahora. Sin embargo, desde el punto de vista fiscal parece evidente que la gestión de una cartera de fondos será mucho más eficiente que la de una cartera de valores de renta variable. Esto convierte, inevitablemente, a las gestoras de fondos de inversión en intermediarios entre los inversores y las sociedades de valores y bolsa. Con el consiguiente reajuste que habrá de producirse en el negocio de ambas.