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Gregory Mankiw

Un profesor de Harvard para asesorar a Bush

Su secretaria en la Universidad de Harvard, Yvonne, dijo el lunes que estaría fuera toda la semana. Al final fue algo más que eso. Gregory Mankiw, profesor de economía, de 44 años, casado y con tres hijos, fue nombrado el miércoles por la noche asesor económico de la Casa Blanca, un cargo al que ha renunciado por motivos personales Glenn Hubbard, el arquitecto que diseñó el polémico plan fiscal de George Bush.

Mankiw ha sido un nombre recurrente en Washington desde que se empezaron a mover las piezas del equipo económico de Bush. La figura de este profesor formado con honores en la Universidad de Princenton, la facultad de Derecho de Harvard (Universidad en la que también se formó el presidente) y el MIT (Instituto de Tecnología de Massachusetts) ha sido siempre muy afín a las ideas que circulan ahora por la Casa Blanca.

De hecho, Mankiw es una de las personas que se sentaron a la mesa entre otros académicos y empresarios cuando Bush comenzó a vender su proyecto de recortes fiscales y forma parte del equipo de investigación de la Oficina Nacional de Investigación Económica (NBER, en sus siglas en inglés). Un organismo que, por cierto, aún no se ha decidido a dar la recesión por finalizada. Además, Mankiw es consejero de la Reserva Federal de Boston y de la Oficina Presupuestaria del Congreso.

Este profesor, que en su página web de la Universidad Harvard incluye una foto de su perro, Keynes, es conocido por su estilo llano y sus dotes de comunicación, algo muy valorado en la Casa Blanca de Bush. Entre sus activos académicos se cuentan dos libros muy populares entre los estudiantes de economía, Principios de Economía y Macroeconomía. Entre los dos, traducidos a 17 idiomas, ha vendido casi un millón de ejemplares y el primero de ellos es uno de los exigidos en Harvard, rivalizando con el clásico de Paul Samuelson a quien durante décadas nadie ha retirado como libro de cabecera de las más prestigiosas universidades.

Pese al éxito editorial, The New York Times se hacía eco ayer de que en los círculos académicos se le reconoce con cierto sarcasmo esta capacidad para aumentar la paga de profesor, pero hasta ahora no se ha dado crédito a ninguna de sus teorías. Pese a tomar el puesto de Hubbard, no tiene el peso académico que han tenido predecesores como Jospeh Stiglitz (asesor de Clinton); su jefe en la NBER, Martin Feldstein, o algunos de los que considera mentores, Stanley Fischer, Alan Blinder o Larry Summers.

Entre las muchas presentaciones y seminarios en los que ha participado, uno de los temas más recurrentes es la inflación y la política monetaria. Sus últimas intervenciones (muchas de ellas con el profesor Ricardo Reis) se refieren a '¿Cuál es la medida de la inflación que el banco central tiene que tener como objetivo?' o el más reciente de ellos 'Política monetaria para economías descentradas'.

En uno de estos ensayos, 'Política monetaria de EE UU durante los noventa', camina por las recientemente pantanosas aguas de la crítica a una de las personas más influyentes de la economía del mundo, Alan Greenspan. 'La falta de una política monetaria explícita significa que los futuros miembros de la Reserva Federal encargados de ella heredan un legado limitado'.

Se pregunta Mankiw, si hay un sucesor de Greenspan, '¿cómo lo hará? Su política no ha sido nunca suficientemente explicada, la única política consistente parece ser: estudia todos los datos con cuidado y entonces establece un tipo de interés al nivel correcto. Más allá de esto no se han dado otras coordenadas claras'. Para Mankiw, parte de la 'impresionante evolución de los noventa fue debida a la buena suerte'.

La manera en la que se expresa sobre uno de los, hasta ahora, hombres menos cuestionados de EE UU hace prever que Mankiw tenga que hacer un esfuerzo extra para no decir todo lo que quisiera. Algo en lo que Hubbard no falló, pero sí lo hicieron el también dimitido Paul O'Neill, ex secretario del Tesoro y Larry Lindsey.

Su trabajo ahora es continuar la puesta en marcha del plan fiscal de Bush, en el que como muchos miembros del nuevo equipo económico, no ha participado.

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