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Roberto Verino

'Aquí los diseñadores no somos estrellas'

Nació en Verín (Ourense) hace 57 años y desde 1982, año en que sacó a la luz su primera colección, no ha parado de tener ideas. Roberto Verino es más que un diseñador. Se ha convertido en marca, de ropa, gafas, vinos y hasta de azulejos

Dice que está de acuerdo con Picasso en que 'la inspiración es muy importante, pero conviene que, cuando llegue, te encuentre trabajando'. æpermil;l, por si acaso, no para. Roberto Verino, nacido en Verín (Ourense) hace 57 años, acaba de presentar en la Pasarela Cibeles su próxima colección de moda, tiene en la calle vinos propios con la denominación de origen de su tierra, gafas, perfumes y hasta diseña azulejos y cerámica con la firma castellonense Saloni Cerámica. Después de estudiar diseño en París, en 1982 dio a luz su primera colección de ropa, un año más tarde abrió tienda en París. Antes de acabar la década de los ochenta se adentró en el mercado japonés y hace 10 años abrió su primera tienda en Madrid.

Pregunta. ¿La crisis económica está afectando al sector de la moda?

Respuesta. Claro que sí. Todas las crisis económicas, y más ésta, que tiene una fuerte connotación de imprevisibilidad, nos afectan. La moda es un detector de la sensibilidad social, refleja la euforia y también percibe la desaceleración. En esta crisis, la moda tiene que reaccionar frente a dos impactos, uno más psicológico, como consecuencia del 11 de septiembre, y otro más real, el que responde a un malestar en todas las economías occidentales muy anterior a esa fecha.

P. ¿Cómo afronta un diseñador una crisis, se mantiene la calidad del producto?

R. Hay muchas maneras, entre ellas, la de modificar la calidad del producto, pero ésta nunca sería mi receta. Creo que la calidad debe mantenerse inalterable para no destruir la imagen consolidada de un diseñador o de una marca. Es preferible actuar sobre el precio o sobre los componentes psicológicos del producto, apostando, por ejemplo, por unas líneas a unos colores más comerciales. Si tocas la calidad del producto, creo que estropeas irreversiblemente la garantía de la marca.

P. ¿Cómo gestiona un diseñador, tan vinculado a la parte creativa, la parte ejecutiva de una empresa?

R. En mi caso concreto porque no me cabía más remedio. Llevo años intentando olvidarme de la parte productiva y financiera de mi empresa, sólo ahora creo que lo he conseguido. Tenga en cuenta que Roberto Verino, como la inmensa mayoría de las empresas de moda españolas, es una empresa joven, en su primera generación, familiar hasta hace muy poquito tiempo y que, para colmo, se ha hecho a sí misma, aprendiendo e invirtiendo siempre con recursos propios.

P. Hay otros diseñadores que ceden la gestión a ejecutivos profesionales.

R. Es muy normal que un diseñador aspire sólo a diseñar y que incluso, envalentonado por los últimos y muy frecuentes casos de diseñadores ingleses, americanos o belgas, apenas han salido de sus centros de estudios ya son fichados a bombo y platillo por los grandes grupos industriales de todo el mundo. No creo que eso sea un mal lugar de extracción de los genios de la moda del mañana, lo que ocurre es que ese modelo, que quizá tiene su razón de ser en Francia o en Italia, en España nos sobrepasa. Aquí no hay una estructura industrial con la suficiente dimensión como para empezar a jugar a esta otra liga de las estrellas. Aquí los diseñadores o son anónimos o han tenido que hacerse a trancas y barrancas su propia industria. Me encantaría que la cultura de moda española tuviese más edad y que aquí, como en Francia o incluso en Estados Unidos, un diseñador fuera fichado porque algún cazatalentos sabía que su trabajo anterior era brillantísimo. El sistema que permite que los diseñadores sean sólo estrellas del diseño no me parece mal, es sólo que España, excepto Loewe o Cortefiel, no tiene ninguna tradición.

P. ¿El valor de la marca es importante hoy día para poder competir en el mundo de la moda?

R. El valor de la marca es importantísimo para competir, aquí dentro y, por supuesto, ahí fuera. Creo que en un sector tan mediático como éste, sin marca no existes. Quizá peque aquí de maximalista, pero a partir de una cierta dimensión la facturación está íntimamente relacionada con la posición nacional, o internacional, de la marca. Casi se podría decir 'dime quién eres y te diré cuánto facturas'.

P. Usted ha entrado en el sector vinícola. ¿Qué hace un diseñador de moda haciendo vino?

R. Son dos actividades absolutamente independientes, aunque eso no quiera decir que la industria de la moda no tenga cosas muy importantes que decir en el mundo del vino, es más, creo que en muy poco tiempo veremos el progresivo desembarco de los grandes nombres de la moda en el mundo del vino. El mundo de la moda puede, por sensibilidad, aportarle al mundo del vino una elegancia conceptual, que no convendría pasar precipitadamente por alto. Aun así le repito que mi desembarco en el vino no tiene nada que ver con esta estrategia que le auguro. Estoy en el mundo del vino por razones personales, es la respuesta a una serie de coincidencias, me gusta el vino, su cultura, su gente y deseaba recuperar una vieja tradición, casi perdida, de vinos de calidad en las laderas del castillo de Monterrei, a las afueras de mi pueblo. Es el capricho de un diseñador de moda que decide fabricar flores.

P.¿Hay hueco en España para tanto diseñador?

R. Creo que sí. La multitudinaria presencia de diseñadores nunca será un problema para un país, otra cosa es que esta multitud tuviese ya una dimensión empresarial importante. No hay lugar en España para 50 Robertos Verino, pero sí para 50 diseñadores. Creo que lo importante no es el número, sino la dimensión de esas empresas. Cuando los diseñadores, como es el caso de España, tienen unas dimensiones, unos estilos y unas clientelas tan diferentes, no creo que esté saturado el mercado. El que haya muchos diseñadores nunca es malo para un país. El mercado es durísimo y cada día hace una criba más selectiva. Intentarlo no tiene nunca por qué ser malo, ya que conseguirlo es muy difícil. Cada vez que oigo hablar de saturación, pienso, por ejemplo, en el caso de Italia y, sin embargo, ya ve, dígale usted a los italianos que no lo sigan intentando.

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