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Powell, nuevo modelo de liderazgo

Powell, un nuevo modelo de liderazgo

Es el rostro amable del Gobierno Bush. Quien sale a dar la cara y a convencer por la vía diplomática en época de crisis. Tiene credibilidad, es leal y defiende al equipo

El día en que sus soldados dejen de confiarle sus problemas será el día en que usted habrá dejado de ser su líder'. Es el consejo que el secretario de Estado estadounidense, Colin Powell, ofrece a los altos ejecutivos, recordando su manera de actuar al frente de la tropa cuando era general del Ejército. Leal siempre a sus jefes, ha procurado ganarse la confianza de los suyos para que le siguieran incondicionalmente. Dejando al margen el polémico tema de la guerra, la figura de Powell, en una época de orfandad de liderazgo debido a los escándalos financieros vividos en los últimos meses, emerge, por sus valores y por su manera de actuar, como un nuevo modelo de líder. A algunos les gustaría que su jefe se pareciera a Powell. Así lo manifestó el 37% de los norteamericanos que participaron en un estudio elaborado por la consultora de recursos humanos Challenger, Gray & Christmas. El interés por el secretario de Estado se debe a sus cualidades como líder, unos rasgos que le sitúan por encima de su jefe, George Bush. Según manifestó John Challenger, consejero delegado de la consultora, Powell es el tipo de directivo que compartiría sus ideas con sus empleados, a los que haría partícipes de la toma de decisiones.

'Es importante que el líder, y en este caso Powell lo hace, transmita cultura de integración, que los que trabajan con él vean a su jefe no como a la autoridad, sino como una persona capaz de desarrollar sus energías', explica Raúl Peralba, presidente de Positioning Systems, consultora especializada en estrategia competitiva y autor del prólogo de la edición española de Colin Powell, los secretos para ser un líder (editorial McGraw-Hill).

Peralba va más allá y compara la actividad de la empresa a una guerra y, por tanto, enlaza la función del líder en el frente con el de una compañía. 'Un Ejército defiende un territorio, y la empresa lo que intenta es defender o conquistar los clientes de los demás. Ahora estamos empezando a valorar la importancia de las personas en las empresas', señala, al tiempo que recalca que a esta conclusión -la recuerda Powell en el libro- se ha llegado después de que estos líderes, hoy cuestionados, se preocuparan más por ellos mismos que por la organización. 'Se ha pedido a los líderes que crezcan y no que saneen. Y tampoco han mantenido relación con los clientes', indica. Para Powell, el éxito precede a la soberbia y la soberbia precede al fracaso. 'Ahora estamos en el proceso de Powell de las sombras. En estos momentos de incertidumbre es un instrumento del Gobierno de Estados Unidos y habrá que ver cómo reacciona', explica Peralba, a la vez que advierte que un líder no debe abandonar en época de crisis, aunque no esté de acuerdo con los planteamientos de sus superiores.

'Powell está haciendo su papel, sabe quién manda y no puede discrepar del equipo. Tiene que demostrar que forma parte de él', dice Raúl Peralba

'Es un buen actor y mejor comunicador. Es una persona que desprende bondad y confianza', explica Ceferí Soler

'Esto es lo que le debe estar ocurriendo en estos momentos, pero sabe que no debe abandonar. Esa es otra de las características del liderazgo, sobre todo en su caso, ya que es la cara más amable y el que más credibilidad tiene en la Administración Bush y se rige por el modelo de líder que impera', explica Juan Carlos Cubeiro, socio de la consultora Eurotalent. El secretario de Estado es la paloma acorralada por los tres halcones del Gobierno Bush: el secretario, Dick Cheney; la consejera de Seguridad Nacional, Condoleezza Rice, y el secretario de Defensa, Donald Rumsfeld. Y por ello el presidente echa mano de él cada vez que tiene que tomar una decisión meditada o convencer al mundo de las razones por las que defiende la guerra. 'Es hombre atemperado. La invasión de Afganistán se hizo de una manera más suave de la que estaba prevista debido a su mediación', explica Raúl Peralba, que recalca que la actitud de Powell, que anteriormente y en repetidas ocasiones ha manifestado su rechazo a la guerra, es, en estos momentos, de apoyo a su jefe. 'Está haciendo su papel, sabe quién manda y no puede discrepar del equipo. Tiene que demostrar que forma parte de él'. pasa a la página siguiente

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Un militar con dotes diplomáticas

Sabe lo que es la guerra. La experiencia en Vietnam le marcó a fuego. Colin Powell fue testigo de cómo saltaba por los aires el soldado que caminaba delante de él. El miedo y el horror en el rostro del soldado -que murió en sus brazos, dice- le han acompañado siempre. Desde entonces, cuentan los que le conocen, no le gusta la guerra. Prefiere resolver los conflictos por la vía diplomática. y por eso aceptó el cargo que le ofreció el presidente George W. Bush.Nació en el Bronx (Nueva York) en 1937, en el seno de una familia de inmigrantes jamaicanos. Está casado y tiene tres hijos. Antes de alistarse en el Ejército trabajó como empleado en una tienda de juguetes y estudió en el City College de Nueva York. En su autobiografía, Mi viaje americano, recuerda algunas de sus cicatrices de guerra, y no precisamente las físicas. 'En Vietnam vi cómo algunas de mis convicciones se erosionaban víctimas de los eufemismos, las mentiras y las decepciones'. Cuando regresó, aceptó un puesto en el Gobierno de Richard Nixon. Más tarde, con Jimmy Carter, pasó por el Pentágono. Con Ronald Reagan fue adjunto del asesor nacional de seguridad. Y de la mano de George Bush padre consiguió ser jefe del Estado Mayor, cargo con el que acudió a la Guerra del Golfo y que le convirtió en un héroe nacional.

Mantener a raya el ego

Colin Powell cuida su imagen y en sus apariciones en público siempre intenta convencer. El profesor de comportamiento humano del IESE Santiago Álvarez de Mon explica que su última gran intervención fue la semana pasada cuando tuvo que mostrar las pruebas de que dispone Estados Unidos para justificar el ataque contra Irak. 'Es el embajador, el encargado de influir en los líderes europeos. La puesta en escena fue magnífica y con la información de que disponía difícilmente podía hacer más', explica Álvarez de Mon, quien destaca que en los distintos cargos que ha tenido siempre ha mantenido una actitud dialogante y de credibilidad, propia de todo líder. 'Porque liderar es mucho más que mandar, es convencer, persuadir e influir en personas que piensan de manera diferente. Y eso lo hace muy bien', añade. Lo que pone en duda el profesor del IESE es si Powell se cree, al menos en estos momentos, la misión que le ha sido encomendada de convencer a los vecinos europeos sobre la necesidad de entrar en guerra. 'Me encantaría saber cuál es su pensamiento puro y en que medida, por esa lealtad que le caracteriza, se ha aprendido el papel que le han asignado'.Y es en tiempos de crisis cuando se mide la talla de un líder, 'y ahora se la estamos midiendo a Powell'. Quien habla es el profesor de política de empresa y dirección de personas de Esade, Ceferí Soler. 'Hay una crisis de liderazgo en el mundo. Hoy los líderes son líderes en el conflicto. Y para mí, en estos momentos, Colin Powell, aunque lo considero un líder, tiene sombras, porque no está muy claro que esté saliendo su verdadero yo'. Para Soler, el secretario de Estado es un buen actor y mejor comunicador. 'Es una persona que desprende bondad y confianza', añade Soler. La credibilidad es precisamente el factor que destaca el profesor de comportamiento organizacional y director del Centro de Liderazgo del Instituto de Empresa, Juan Carlos Pastor. 'Ha cuidado mucho su imagen y su carrera, es creíble. Y eso le ha dado mucho prestigio'. También destaca que es un hombre de equipo. 'Encaja en esa filosofía de líderes que participan o involucran a los demás, es de los que intenta convencerte para que le des tu apoyo. Y, sobre todo, es capaz de escuchar, es una persona de consenso', afirma Pastor, quien señala que la lealtad es uno de los valores que se exige en el Ejército. 'Eso hace a los líderes, y por esa lealtad a los jefes se ha implicado en temas comprometidos'. El consejero delegado de la empresa de recolocación Right Management Consultants, Ricardo Barckhahn, alaba de Powell, precisamente, la lealtad a su jefe, el presidente George W. Bush, y a sus subordinados. 'Parece honrado, consensua, analiza y, sobre todo, es transparente', señala Barckhahn, quien define el papel del secretario de Estado, en estos momentos, como el del encargado 'de hacer de luces largas para alumbrar a gente que las tiene cortas'.Para Colin Powell lo esencial antes de tomar una decisión, lanzar un proyecto o defender una campaña es dominar los detalles, con el fin de evitar probables errores y estar atento a las posibles distracciones del resto.'Aprovecha las grandes oportunidades, inyecta un sentido de urgencia y hace que la gente se enfoque en la dirección adecuada', explica el profesor de la Universidad de San Francisco Oren Harari en el libro Colin Powell, los secretos para ser un líder. El secretario de Estado advierte que no conviene quedarse atascado en una posición. Y su consejo es ser flexible y estar dispuesto a cambiar de opinión a la luz de los nuevos acontecimientos 'y a cuestionar y cambiar la misión cuando aparezcan nuevos enemigos'. Para Powell es importante que todo líder mantenga a raya los egos. æpermil;l tiene el suyo controlado. Aunque reconoce que también es posible que los líderes ayuden a su gente a gestionar el ego de manera óptima en beneficio de la organización. Esto hace posible que la comunicación sea más fluida y que la empresa sea mucho más productiva. Otro detalle que cuida Powell y que destaca el socio de Eurotalent Juan Carlos Cubeiro es la estabilidad personal. 'Un líder ha de ser emocionalmente estable y Powell parece serlo. Además es una persona muy respetuosa con todo el mundo. No es el típico bravucón de taberna. Es elegante al convencer y transmite mucha serenidad', afirma Cubeiro.

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