El empleo elude la crisis
La economía española generó un aumento del empleo en 2002 de 256.200 personas, pese a la fuerte desaceleración registrada por la actividad económica. No pudo evitar, sin embargo, un aumento del desempleo de casi otro cuarto de millón de personas (226.400), el peor dato en una década, por el fuerte tirón de la población activa, que se acerca ya a los 19 millones. Analizado de forma aislada, puede proyectar un comportamiento del mercado de trabajo simplemente correcto. Pero si lo hacemos de forma comparada, refleja cómo el empleo ha esquivado la fuerte desaceleración que en países europeos como Alemania o Francia ha costado centenares de miles de puestos de trabajo.
Ya el Banco de España certificó a principios de esta semana que la economía española había resistido con solvencia la embestida de la contracción económica internacional, y a lo largo de la semana se han sucedido nuevos datos sobre ocupación que son pleno reflejo de ello. La afiliación a la Seguridad Social recogió en enero el nuevo impulso de la economía española, con un aumento de casi 100.000 cotizantes si se corrigen las variaciones estacionales, y ayer la encuesta de población activa daba cuenta de un comportamiento del empleo coherente con un crecimiento económico del 2%.
No todo el paisaje pintado por la encuesta de Estadística tiene el mismo colorido. Hay un parón en la generación de empleo en la industria y la construcción, y hay un desplazamiento muy fuerte hacia el empleo femenino, generalmente peor remunerado. Hay un repunte del paro entre los cabeza de familia o persona de referencia en los hogares y hay un deterioro del número de familias donde todos los activos están en paro. Pero, por contra, se produce un enriquecimiento del empleo fijo, una caída del temporal por vez primera en muchos años y una consolidación de las tasas de asalarización.
El empleo ha respondido así pese a la contracción del crecimiento por las facilidades que han encontrado los empleadores con las reformas laborales aprobadas desde 1994, en las que se flexibilizó el despido y se rebajaron notablemente los costes de la contratación, sobre todo desde 1997. Pero tanta responsabilidad como los cambios normativos en el tirón de la ocupación tiene la política sindical ya definitivamente instalada en España: antes crear empleo que subir los salarios.
Los próximos meses serán ahora decisivos. El empleo es el indicador sintético por excelencia del bienestar de una sociedad y de la salud de una economía. Una ruptura en la generación de puestos de trabajo quebraría también la confianza y puede desencadenar una contracción económica en un momento en que las familias están en los niveles de endeudamiento más altos de la historia. Lógicamente la variable ocupación siempre tiene relación directa con el crecimiento; pero el estímulo normativo no debe obviarse, y el Gobierno ha frenado claramente su impulso reformador en esta materia, pese a conocer que existen graves rigideces en el mercado de trabajo.