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Miguel Ángel Castellanos

'El directivo puede hacer pocas cosas, salvo animar'

La carrera de Miguel Ángel Castellanos, doctor en Ciencias Químicas, de 49 años, no se detuvo en Burgos, donde dirigió durante cuatro años la fábrica de L'Oréal; ahora está al frente del departamento industrial en París

Vive entre París y Madrid y ha pasado de dirigir la fábrica de L'Oréal en Burgos a llevar el departamento industrial de la división de productos profesionales del grupo. Miguel Ángel Castellanos, de 49 años, doctor en Ciencias Químicas y diplomado en Economía, no da muestras de llevar una vida estresada. Todo lo contrario. Es pura calma y dice tener asumido, porque se divierte, dedicar al trabajo una media de 11 horas al día. Está casado y tiene dos hijos, de 14 y 11 años, que dice son sagrados para él, y a ellos y a montar a caballo dedica los fines de semana. 'Lo divertido de este trabajo es que nos ofrece muchas posibilidades, y si tengo que viajar, nos podemos encontrar en la ciudad en la que estoy', explica, a la vez que se reconoce como persona competitiva. Siempre ha trabajado para L'Oréal y su caso es uno más, aseguran en la compañía, de la política que se sigue en el grupo francés de promocionar la carrera profesional de su equipo de directivos.

Pregunta. ¿Cómo se llega a ocupar un puesto directivo en París directamente desde una fábrica en Burgos?

Respuesta. Las circunstancias de la vida son las que me han llevado a París. Yo no me he programado nada y he terminado donde he terminado. Me contrataron cuando tenía 26 años como director general técnico para el grupo en España. He tenido la suerte de estar en una empresa que cogía a gente joven. Me formaron durante un año y medio y he pasado por distintos departamentos llevando el mono azul. Con 27 años ya era director de la fábrica de Burgos. Creo que el secreto está en que en la empresa confiaron en alguien que quería hacer cosas.

P. ¿Es suficiente para que una persona ascienda?

R. Ya llevaba determinada trayectoria en España. Soy una persona que escucha a la gente. No me importa moverme. He estado trabajando en Australia, con la cultura anglosajona y eso hace que tengas una mayor apertura de espíritu. Eso intento inculcarlo a mis hijos. Para mí es un aliciente salir a buscar cosas fuera que no había en España. Cuando me han ofrecido irme lo he aprovechado.

P. ¿Somos reacios los españoles a trabajar fuera de España?

R. Pero es un error. Yo, por ejemplo, de 32 personas que tengo a mi cargo en París, hay un amplio repertorio de nacionalidades, españoles, rumanos, italianos. Lo importante es rodearse de un buen equipo de trabajo y de afrontar los retos que se presentan y no tener miedo a poder desarrollar carrera profesional fuera de nuestras fronteras.

P. ¿Qué le pide a su equipo?

R. Es necesario tener una mente abierta, saber enfrentarse a los retos, lo que conlleva un pequeño sacrificio humano como es la movilidad geográfica. La recompensa que se suele tener si se trabaja con constancia es el éxito.

P. ¿Los directivos españoles están preparados para competir?

R. Claramente, sí. Cuando te encuentras con otros directivos en cursos, másteres, noto que nos desenvolvemos muy bien y que los españoles tenemos muy buen nivel. Además, tenemos cualidades humanas muy positivas, como el hecho de ser abiertos, afectivos y sabemos adaptarnos a las circunstancias.

P. Usted es afortunado porque ha podido hacer carrera dentro de su empresa.

R. Sí, en esta empresa se puede hacer carrera profesional. Se suele fichar a gente joven con la ambición necesaria para que pueda hacer carrera dentro de la empresa. Conmigo, en la parte productiva, no trabajan sólo ingenieros, también hay abogados, economistas y hasta creativos. Esta mezcla multidisciplinar es lo que enriquece a las personas. Yo, por ejemplo, tengo una base formativa científica, pero luego hice económicas porque me divertía. Una empresa no va bien si no están a gusto las personas. El que los dirige tiene que buscar estimular al equipo.

P. ¿El equipo es lo prioritario para un ejecutivo?

R. El directivo tiene que saber entender los mensajes que transmite el equipo, escuchar, animar al equipo a buscar soluciones. El ejecutivo tiene pocas cosas que hacer, salvo animar. Yo no exijo, lo que no quiere decir que no me considere exigente. Rara vez impongo cosas porque sí. Hay que dejar a la gente trabajar entre sí y controlar que los proyectos que se pongan en marcha den los frutos que se esperan. Hay que dirigir, orientar y aconsejar, no imponer. Hay que tener en mente el objetivo.

P. Usted siempre ha trabajado en la misma empresa, ¿es bueno tener una única experiencia?

R. Yo he tenido la suerte de vivir en muchas compañías dentro de la misma empresa. No me he aburrido nunca estando en el mismo sitio. Y creo que puedo hacer muchas cosas. Todavía puedo crecer y seguir aprendiendo cosas. Lo bueno que tiene esta empresa es que se puede hacer carrera profesional en ella.

P. Reparte su tiempo entre Madrid y París, ¿cómo compatibiliza su vida familiar con su agenda laboral?

R. Es complicado. Trabajo una media de 11 horas al día y tengo una prioridad y es que no paso un fin de semana sin mis hijos. Eso y mis vacaciones son sagrados. Sólo estoy disponible si ocurre algún drama. Y por norma no me llevo trabajo a casa. Es imposible tener una vida profesional sana sin tener el lado personal resuelto.

P. ¿Tiene previsto jubilarse en la misma compañía?

R. No me preocupa en exceso este tema. Creo que todavía puedo hacer muchas cosas dentro de la empresa. Aún puedo crecer y seguir desarrollando mi carrera dentro de L'Oréal. Esa es una suerte que no todo el mundo tiene y que aquí se puede hacer, porque, entre otras cosas, es una compañía que te enriquece por la diversidad de nacionalidades y de culturas que trabajan en ella.

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