Chávez, el golpista
El domingo 2 de febrero toda Venezuela celebraba la democracia con una fiesta tan multitudinaria y tan ejemplar que nunca se había visto nada semejante en este mundo globalizado. Hubo, sin embargo, alguien que no vio esa fiesta: el presidente de la República. Extraño fenómeno (...).
¿Qué prefirió celebrar? Cualquiera podría alarmarse: nada más ni nada menos que el intento del golpe de Estado del 4 de febrero de 1992 (...).
El hombre que hoy lloriquea porque imagina a cada rato un magnicidio contra él no tuvo escrúpulos para ordenar ese ataque contra gente indefensa.
El fantasma de Goya persigue a Aznar
José María Aznar no está acostumbrado a que le contradigan, y mucho menos en la televisión pública (...). Fieles al espíritu de Francisco Goya (...), Penélope Cruz, Javier Bardem y otras celebridades que asistían a la ceremonia transformaron la retransmisión en directo en una imprevista condena de la guerra contra Irak.
Dado el apoyo expreso de Aznar a una invasión dirigida por EE UU para derrocar a Sadam, el manifiesto antibelicista resultó especialmente embarazoso para los ministros que se encontraban sentados en las primeras filas (...).
Se dice que Aznar está que echa humo (...). Se (...) excluyó la protesta en los noticiarios del día siguiente.