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Seguridad

La estética, un gran negocio sin control

El uso de una sustancia prohibida en España para fines médicos -aceite de silicona- y las operaciones estéticas en dos peluquerías de Lanzarote, denunciadas por un cirujano plástico, provocan alarma en la calle y alimentan la división en foros médicos. Una mujer que necesitó la amputación de los pechos tras someterse a un implante de silicona es la última víctima de la falta de control.

El número de españoles que demanda un cambio de imagen se ha multiplicado por tres en la última década, según estima la Sociedad Española de Cirugía Plástica, Reparadora y Estética (Secpre). El hombre es un cliente en alza y los avances tecnológicos incentivan el negocio. De hecho, el número de clínicas ha crecido un 15% desde 1998.

Las distintas sociedades de médicos estiman que el sector movió 900 millones de euros en 2002, pero no hay datos oficiales. El número de intervenciones ascendió a 300.000 y hay quien habla de un abaratamiento en las operaciones, merced a la competencia, hasta un 10%.

A partir de 900 euros cualquiera puede hacerse un retoque. El implante de mamas (3.000 euros), la rinoplastia (2.000 euros), el estiramiento facial (3.400 euros) y la liposucción (hasta 3.600 euros) son los más populares. 'Es difícil argumentar una caída en el precio cuando los gastos hospitalarios son cada año mayores', argumenta el presidente de Secpre, Manuel Sánchez Nebreda.

Sin datos oficiales

No hay datos oficiales sobre cuántas clínicas estéticas, todas privadas, están abiertas ni sobre el dinero que pasa por ellas. ¿Cuántos cirujanos operan? Existe tal caos que los profesionales demandan regulación para no salir perjudicados. Y es que la confusión, sumada a la muerte de dos personas tras ser intervenidas en 2002 y los últimos sucesos de Lanzarote, retraen a miles de posibles clientes.

'Cuando tiene lugar un caso grave y preguntamos, el Gobierno responde que las competencias son de las comunidades autónomas, pero la seguridad sanitaria debería ser garantizada por el Ministerio de Salud', critica Antonia Aránega, senadora socialista y catedrática de la Facultad de Medicina de la Universidad de Granada. El PSOE demanda campañas de información y regulación, pero Aránega es pesimista sobre la próxima respuesta del Gobierno.

El hecho es que la cirugía plástica, disciplina que trata las patologías de los pacientes, cuenta con el reconocimiento oficial y entra en el catálogo de prestaciones de la Seguridad Social. Pero la estética, conjunto de prácticas que atienden al deseo de cambiar de imagen, no goza de ese tratamiento. Los especialistas aseguran que son dos ramas del mismo árbol, pero están tan reñidas que los responsables políticos ya toman cartas en el asunto.

En la Comisión de Sanidad del Senado acaba de abrirse el debate para regular el campo de la estética, lo que conlleva la homologación con títulos de los conocimientos de quienes operan desde hace años. 'No más de cien cirujanos plásticos quieren monopolizar unas prácticas por el simple hecho de que tienen un título', explica el presidente de la Sociedad Española de Cirugía Estética (SECE), David Cohen. 'En España hay 6.000 médicos con experiencia en estética, 2.500 somos cirujanos y un 70% tenemos más de 20 años de experiencia. Mientras, los plásticos no han visto esta disciplina en su carrera', defiende Cohen. Según la Sece, las clínicas de estética están controladas por el Ministerio de Sanidad, aunque reconoce la existencia de chiringuitos en peluquerías, centros de belleza y gimnasios.

Acreditación

Enfrente está la opinión de Secpre. Su presidente, Manuel Sánchez Nebreda, cree que las miles de personas que dicen ser cirujanos estéticos deben acreditarlo, según exige el propio Senado, y huir de enfrentamientos. 'Nuestra sociedad representa a los 652 cirujanos plásticos que hay en España, de los que más de la mitad se dedican a la estética. Todos ellos tienen una especialidad, una formación vía MIR, son reconocidos y tienen un título otorgado por el Gobierno', argumenta.

Para Secpre, tanto la cirugía estética como la cirugía reparadora o reconstructiva son partes de la especialidad de la cirugía plástica, pero 'sólo quienes están avalados oficialmente pueden realizar una operación con garantías'.

Fue en los ochenta cuando el bisturí comenzó a popularizarse en España entre quienes estaban dispuestos a comprar la belleza. Y en 2002 el número de operaciones realizadas sólo se supera en Estados Unidos y Brasil. Pero aún hay mucho campo por regular y muchas posturas por acercar, operación delicada que ya se acomete en el Senado.

Escasa vigilancia y pocas garantías

Un 3% de las denuncias que llegan al buzón de la asociación Defensor del Paciente tienen que ver con la cirugía estética. Y la cifra crece de forma paralela al desarrollo de la disciplina. 'En los dos últimos años podemos hablar de un incremento en las quejas del 30% y se denuncia poco. æpermil;ste es un negocio redondo y son muchos los que se han metido sin ofrecer garantía alguna', observa la presidenta de Defensor del Paciente, Carmen Flores. Por esta razón, la asociación acoge con optimismo la posible regulación del sector. 'Alguien debe tomar cartas en el asunto porque está descontrolado; vigilar al máximo cómo se homologan los títulos, cuestión que traerá polémica, y controlar las clínicas, además de ofrecer información fiable. La operación de cirugía es un contrato de resultados y debe tratarse como tal', argumenta Flores.

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