El arquitecto nómada
Ricardo Aroca, decano del Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid, trabaja en varios despachos. No tiene mesa propia ni agenda, prefiere que sus ayudantes le organicen su tiempo y siempre escribe con los mismos lapiceros
Dice ser un trabajador nómada, al que no le gusta tener mesa fija. Ricardo Aroca, murciano de 63 años y decano el Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid, explica que dónde pasa más tiempo trabajando es en el trayecto que recorre todas las semanas en el AVE que cubre la distancia entre Madrid y Sevilla, donde anda en faena con las obras del Parlamento de Andalucía.
Son las 10 de la mañana y aparece en su estudio con un puro en la mano, mientras su salud se lo permita piensa seguir con el hábito, y una retahíla de bolígrafos, lapíceros y plumas que asoman en el bolsillo de la camisa. Es una manía. 'Me pone nervioso quedarme sin lápices, pero además tienen que ser especiales, con una determinada mina y dureza'. No es la única. 'Tengo que escribir con pluma y en cuadernos con un tamaño determinado'. No necesita el orden para trabajar.
Es desordenado o mejor 'tengo un sentido personal que no coincide con los demás, creo en un orden geológico de los papeles, esto quiere decir que los más hondos son los más antiguos'. También tiene una explicación. 'El problema de archivar es difícil porque cada uno tiene un criterio y es difícil coincidir'.
Al estudio de Aroca, situado en los bajos de un edificio del madrileño barrio de Chamberí, apenas le entra la luz natural. Prefiere la luz indirecta, trabajar con un flexo encima de la mesa. No es muy dado a guardar objetos personales. Como recuerdo mantiene una foto de 1973 cuando un grupo de colegas ganó las elecciones al Colegio de arquitectos. De una de las paredes cuelgan dos lavados (reproducciones de láminas en tinta china) de la década de 1950. Se trataba de realizar un minucioso trabajo, obligatorio al estudiar Arquitectura, que él califica de penoso, y en el que se invertía 60 horas. 'Al manejar tinta china y tener que dibujar muchos pliegues era muy delicado y todo se podía ir al traste. 'Aquello te servía para hacerte el carácter. Por ejemplo, te prepara para saber tratar, por ejemplo, con los contratistas', explica.
Ricardo Aroca se ve a sí mismo como una persona de 'buen carácter, aunque sé que algunos de mis colaboradores me tienen miedo, ya que soy una persona ácida y sarcástica'. Y añade: 'Si veo una buena ocasión para hacer un chiste lo hago aunque eso me cause problemas'. Comienza el día, a las 7,30 de la mañana, nadando cerca de dos kilómetros y luego se pone a trabajar. 'No tengo nunca un plan fijo, voy a la escuela de Arquitectura, al estudio, a alguna obra, como deprisa y suelo llegar a casa a las 10 de la noche', señala.
Los fines de semana también trabaja. 'La verdad es que siempre estoy desconectado, sólo pienso cuando no tengo más remedio. No me gusta darle muchas vueltas a las cosas porque no sirve para nada'. Tampoco tiene agenda. Son sus secretarias-os las que se encargan de compaginar las citas que tiene y le dicen lo que tiene que hacer con un día de antelación. 'Saben que pueden disponer de mi tiempo. Si quiero una hora libre lo pido y mo pasa nada'.
En cuanto a sus objetivos al frente del Colegio Oficial de Arquitectos señala que 'conseguir que sea una institución donde yo quisiera apuntarme si no fuera obligatorio'. Uno de los últimos logros del Colegio fue conseguir que su opinión sobre la nueva ubicación del Tribunal Constitucional prevista para el edificio madrileño de Correos fuera considerada. 'Uno de los problemas que tenemos es que todo lo que concierne al sector inmobiliario no ha sido nunca transparente'.
Cuando viaja, pinta
El arquitecto Ricardo Aroca siempre que viaja lo hace acompañado de una caja de acuarelas, 'en vez de hacer fotos, pinto'. Le divierte más, 'saboreo más los momentos', aclara. A pesar de que reconoce haber sido pionero en la elaboración de programas de estructuras en la década de 1960, prefiere no utilizar ordenador. 'Llevo años sin programar y ya me he acostumbrado a no usarlo. Escribo y trabajo siempre a mano', explica.Como ciudad, desde el punto de vista estético, le gusta mucho Venecia, aunque aclara que no para vivir en ella, 'es demasiado incómoda e insalubre'. En cambio, sí le gustaría residir en París o en Nueva York.