El Gobierno insiste en excluir el tabaco del IPC
El Gobierno está estudiando todo tipo de medidas que ayuden a reducir las tensiones inflacionistas. Una de ellas es la exclusión del tabaco en la cesta de la compra que se utiliza para el cálculo del índice de precios de consumo (IPC).
La propuesta, originaria de la ex ministra de Sanidad, Celia Villalobos, y que ya provocó una fuerte polémica hace dos años (el Ministerio de Economía se mostró muy reticente), ha sido introducida, finalmente, en el Plan Nacional para la Prevención del Tabaquismo, acordado entre el Ejecutivo y las comunidades autónomas.
El departamento de Sanidad, que ahora dirige Ana Pastor, está muy interesado, al igual que Villalobos, en establecer fuertes penalizaciones al consumo de un producto tan perjudicial para la salud. Entre ellas destaca el aumento progresivo de su precio, que es, por otra parte, lo que pretende Bruselas.
La nueva fiscalidad del tabaco, aprobada en 2002 por el Consejo de Ministros de Economía de la UE (Ecofin), así lo establece. Las razones no son otras que una armonización de la tributación mínima en los impuestos que gravan el tabaco. La imposición mínima ha quedado fijada en 60 euros por cada 1.000 cigarrillos de la marca más vendida (64 euros a partir de julio de 2006), lo que obligará a cinco países, entre ellos España, a encarecer este producto.
Periodo de adaptación
Las autoridades españolas ya han negociado un periodo de adaptación hasta 2008 para acompasar las futuras subidas con el menor efecto inflacionista posible. La primera de ellas se producirá en enero de 2005 (33 pesetas en los impuestos de cada cajetilla de 20 cigarros), más una complementaria, de 13 pesetas, en enero de 2008. A pesar de la gradualidad de la subida, las autoridades españolas están muy preocupadas por su efecto en la inflación, ya que a esas subidas de impuestos deberán añadirse las que, por su cuenta, establezcan las empresas comercializadoras. El grupo tabacalero hispano-francés, Altadis, por ejemplo, prevé igualar en España el precio del tabaco rubio y del negro, como ya ocurre en el mercado francés.
El efecto inflacionista del tabaco es muy claro. En el año 2002, se encareció de media un 5,5%, según datos del INE, impulsado por el alza de impuestos especiales aprobada por el Gobierno vía Ley de Acompañamiento de los Presupuestos. Sólo esta subida aportó 1,5 décimas a la inflación. Ahora el Ministerio de Economía debe dar el visto bueno al plan de Sanidad. De momento, guarda silencio, consciente de las dificultades que ello presenta. Fuentes de la agencia de estadísticas de la UE, Eurostat, informaron a este diario que Bruselas no contempla excluir el tabaco del cálculo del IPC armonizado. Avisan que, si el Gobierno español decide excluirlo del IPC nacional, deberá mantenerlo en términos armonizados con la UE.