Vilarasau expresa su disgusto por tener que dejar la presidencia de La Caixa
Josep Vilarasau hizo oficial ayer su despedida como presidente de La Caixa. En su intervención en rueda de prensa declaró que 'irme no me gusta, pero estamos en un país democrático y yo he votado, asumo la legislación y lo único que puedo hacer es variar el sentido de mi voto'.
En el momento en que se le preguntó sobre la nueva Ley Financiera y sobre las modificaciones realizadas en este texto por la Generalitat de Cataluña en la Ley de Acompañamiento, Vilarasau no aceptó que se traten de leyes hechas a medida para echarle y afirmó que 'no estoy dolido'. Sin embargo, cuando se le preguntó sobre sus relación con el presidente de la Generalitat, Jordi Pujol, Vilarasau descartó que existiesen 'fricciones', aunque poco antes contestó con un lacónico 'todavía no sé lo que ha pasado'.
En cuanto a su futura vinculación con el grupo La Caixa, Vilarasau rechazó exponer sus planes y se limitó a explicar que el próximo 20 de febrero una asamblea extraordinaria de la caja iniciará el proceso electoral que debe concluir en la asamblea ordinaria prevista para los meses de mayo o junio.
El presidente no quiso anunciar si dejará el cargo el próximo día 20 de febrero o esperará a junio, lo que le permitirá tutelar todo el proceso de elección del nuevo presidente.
En cuanto a la posibilidad de que acceda a la presidencia de la Fundación La Caixa o a la presidencia de honor de la entidad, respondió que 'tomaré una decisión en su momento si me lo proponen'. Lo único que resaltó fue la modificación de los estatutos de la fundación que desvinculan la presidencia de esta entidad a la de la caja, lo que le abre la puerta al cargo.
Además, el presidente de la fundación no está limitado en sus mandatos por la edad, como ocurre con los consejeros de La Caixa, que a partir de ahora deberán jubilarse a los 75 años. Todas la modificaciones tanto en la caja como en la fundación deben ser refrendadas por la Administración catalana.
Vilarasau defendió a Isidre Fainé y a Antoni Brufau, ambos directores generales de La Caixa, al afirmar que 'su continuación es una garantía de continuidad muy importante'.
Caída de resultados
El último mandato de Vilarasau en La Caixa coincide con un descenso de los resultados consolidados de la entidad del 29,1%, algo que no sucedía en la caja desde 1990, cuando la sociedad tuvo que hacer frente a los costes de la fusión con Caixa de Barcelona. El grupo cerró 2002 con un beneficio atribuido de 683 millones de euros. Esta caída del beneficio se debe principalmente al mal comportamiento de los resultados de sus participadas y a las dotaciones extraordinarias que estas compañías han realizado.
En este sentido, la caja ha provisionado 221 millones por el 3,6% del capital de Telefónica debido a que la operadora decidió en 2002 amortizar el 100% de las licencias de UMTS por valor de 6.150 millones. Por otra parte, la entidad ha dotado otros 120 millones por el 12,5% del capital de Repsol debido a que los resultados de esta compañía en 2001 se rebajaron a última hora de 2.000 millones a sólo 1.025 millones.
Para cubrir parte de estas provisiones, la caja ha vendido en 2002 un 0,4% del capital de Deutsche Bank y un 8,51% de las acciones de Acesa, lo que le ha reportado unas plusvalías de 50 millones. En cuanto a los dividendos netos pagados por las participadas, descendieron un 31% respecto a 2001 y el resultado por puesta en equivalencia cayó un 25%.
Por el contrario, el negocio bancario tuvo un comportamiento favorable y el margen de intermediación (antes de contabilizar los dividendos de las participadas) creció un 15,6%. Por su parte, los gastos de explotación de la entidad quedaron muy contenidos y sólo crecieron un 5,4%.
Saneamientos
Por primera vez, La Caixa presentó ayer la cuenta de pérdidas y ganancias pública. La principal diferencia entre esta cuenta y la cuenta analítica es que la primera refleja una operación de saneamiento de la cartera de participadas.
La Caixa ha contabilizado en 2002 un crédito fiscal por valor de 538 millones procedentes de las externalización de todos sus fondos de pensiones. La entidad ha decidido dedicar este ingreso a situar a precio de mercado sus participaciones en Suez y Fortis (que ha supuesto unas minusvalías de 340 millones) y a adelantar la amortización de parte del fondo de comercio de Deutsche y Endesa (por 360 millones). Esta amortización anticipada le ha permitido aumentar el crédito fiscal contabilizado en 2002 hasta 835 millones de euros.
Las plusvalías latentes de sus participadas caen un 60,09%
Durante el pasado ejercicio La Caixa incrementó su base de clientes en 537.000 y abrió 104 sucursales, con lo que el grupo cuenta con 4.626 oficinas. A pesar de ser la red más extensa de la banca española, la caja no renuncia a seguir con su expansión nacional, pero con aperturas similares a las del año anterior, ya que en 2003 inaugurará entre 100 y 150 agencias, frente a una media de 400 sucursales anuales abiertas en ejercicios anteriores. El director general de la entidad, Isidre Fainé, defendió ayer esta política de expansión. 'Apostamos y acertamos con nuestra estrategia de la apertura de oficinas', dijo. Y añadió que ya sólo 741 sucursales están en pérdidas, tras poner en rentabilidad 900 en los tres últimos años. Los responsables de la entidad se mostraron optimistas respecto a las previsiones de negocio de este año. Así, Fainé anunció que prevé un crecimiento del negocio del 14,4%, el mismo porcentaje de 2002. 'Los primeros días de enero han ido muy bien. No notamos ninguna disminución del crédito', añadió. Durante el pasado ejercicio el volumen crediticio de la caja subió el 17,9% (18,5% con titulizaciones), y los recursos ajenos el 13,7%. Antoni Brufau, director general responsable del grupo industrial, defendió igualmente la apuesta de la entidad por la cartera industrial, al afirmar que durante los últimos cinco años, ésta ha aportado una rentabilidad del 10,5%. La Caixa contaba al cierre de 2002 con unas plusvalías latentes en su cartera de participadas de 1.525 millones de euros, cifra muy alejada de los 3.821 millones de un año antes (con una caída del 60,09%). Tras sanear las inversiones en Fortis y Suez, son sus participaciones en Endesa (5%), Repsol (12,5%) y Deutsche Bank (3,6%) las que registran minusvalías (en 2001 éstas procedían del 3,2% que posee del banco brasileño Itaú, Inmobiliaria Colonial y de Endesa). El valor contable de sus participadas asciende a 8.959 millones.