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Futuro
Columna
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Esperanza con riesgos

Empieza el año con más motivos para la tranquilidad, aunque el optimismo puede quedar en ilusión. Antonio Morales recuerda la amenaza que supone el conflicto con Irak o el riesgo de deflación El resultado de la inflación del ejercicio pasado permitirá conocer la desviación respecto a la prevista por el Gobierno. Bankinter, Banesto, Popular y La Caixa publicarán los resultados trimestrales

Antonio Morales. Director de renta variable de Morgan Stanley Red

Comenzamos un nuevo año llenos de esperanza, con las baterías recargadas y con el optimismo como nuestro mejor compañero para el viaje. Aunque este optimismo puede tener más tintes de ilusión. Por estas mismas fechas, el año pasado pocos eran los que esperaban una evolución de los mercados de acciones del estilo de la que se produjo, aunque es cierto que tampoco el excesivo optimismo era la nota dominante. Este año las cosas parecen pintar de forma diferente, parece que hay más motivos para la tranquilidad, lo que no quiere decir que estemos en el inicio de un mercado alcista, para lo cual necesitaríamos tres años con rentabilidades positivas de doble dígito.

¿Y qué argumentos tienen para este optimismo? Como ejemplo enumeraremos algunos de ellos. En Europa la rentabilidad por dividendo se encuentra en el 3,4%, mientras que los tipos están en el 2,75%; el hecho de que la rentabilidad por dividendo esté por encima de los tipos oficiales es algo que no sucedía desde 1967. Otras ratios, como el precio-valor en libros o el PER, se encuentran en niveles muy atractivos, las valoraciones son interesantes. Se atisba una ligera recuperación en la actividad de fusiones y adquisiciones, hay un latente exceso de liquidez y, además, los fondos de pensiones ya comienzan a tomar posiciones en renta variable otra vez. Las estimaciones de crecimiento de los beneficios empresariales se encuentran por encima del 15%.

Otro de los lastres que ha tenido la economía ha sido la situación en Iberoamérica; sin embargo, aunque aún lejos de una recuperación definitiva, sí son mucho menores los riesgos.

¿Y por qué este optimismo puede convertirse sólo en una ilusión? Porque, nos guste o no, los riesgos están ahí. El conflicto con Irak, el riesgo de deflación o la confianza amenazan con provocar grandes tormentas en el horizonte.

Sin embargo, el conflicto con Sadam Husein también podría tener un desenlace pronto y breve; el resto de las tensiones geopolíticas también podrían discurrir por cauces normales, y tener una pronta y positiva solución. La confianza volvería a recuperarse, y los bancos centrales tendrían que iniciar una política monetaria más restrictiva.

En un entorno de bajísima confianza como el actual, una gran parte de estos factores de riesgo pueden estar ya descontados, aunque la experiencia demuestra que cuando los hechos se producen, aunque anunciados y esperados por todos, siempre tienen sus consecuencias en el corto plazo para los mercados.

Aunque parezca algo aventurado, más aún después de la pérdida de credibilidad que han sufrido los analistas, puede que sí sea el momento de estar largos en acciones y cortos en bonos, o lo que es lo mismo, subir la ponderación de nuestras carteras en renta variable y bajarla en renta fija. En un entorno de tan bajas rentabilidades en los tipos de interés, buscar inversiones alternativas se convierte, además de una necesidad, en una obligación. Sin embargo, no todos los sectores, ni toda la deuda, van a tener el mismo comportamiento. Una vez más, debemos confiar en el asesoramiento profesional para ayudarnos a tomar decisiones, siendo éstas ahora más sencillas gracias a la nueva tributación del ahorro en España y a la posibilidad que se nos ha abierto de poder cambiar de fondo sin tener que pasar antes por la caja de Hacienda.

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