La disciplina fiscal, para los demás
Lunes. La prensa estadounidense adelanta que George Bush prepara un plan de estímulo fiscal que eliminará la tributación del dividendo. El Dow Jones gana el 2% y el Nasdaq, el 2,46%. Europa sube poco, y el mercado de Londres baja. El martes Europa abre y cierra con notables caídas, en espera de los detalles del plan fiscal, publicados después del cierre. Estados Unidos no se mueve, ni antes ni después. Ayer las Bolsas europeas volvieron a bajar.
Los mercados han estrenado 2003 como dejaron 2002: castigando a los valores europeos en favor de la Bolsa estadounidense. Cierto es que la economía europea vive un mal momento, sobre todo por los tan cacareados problemas estructurales de Alemania. Pero las valoraciones de la Bolsa estadounidense no justifican, ni mucho menos, que los fondos huyan a Wall Street.
La asimetría no sólo se da en los precios. También en la actitud del mercado. Numerosos bolsistas se rasgan las vestiduras al recordar la posible ruptura del Pacto de Estabilidad en Europa o el déficit alemán. La necesidad de reactivación no justifica la ruptura de la ortodoxia.
Se echan de menos estas mismas críticas ahora que Estados Unidos ha abandonado la etapa de disciplina fiscal que iniciaron Clinton y Rubin. El aumento del gasto militar, reducciones de impuestos de dudosa eficacia y los paquetes de ayuda económica rompen el equilibrio presupuestario en EE UU. Y muchos de estos programas ni siquiera está claro que vayan a servir para tirar de la economía. Como la famosa supresión de la fiscalidad del dividendo. Este último plan de reducción de impuestos está encontrando más oposición. En el partido demócrata y en numerosos economistas. Pero el doble rasero sigue vigente en la mayor parte de los bancos de inversión, que, curiosamente, tienen su sede en Wall Street.