Los expertos piden al Gobierno que cree códigos de conducta en el comercio digital
Uso de información privada, utilización fraudulenta de datos o falta de identificación de los operadores son algunos de los problemas del comercio electrónico. Los sellos y marcas de confianza basados en códigos de buena conducta surgen así como una respuesta a estos problemas. De este modo lo expresa el Libro Blanco sobre sistemas de autorregulación, sellos y marcas de confianza del proyecto i+confianza en el que participan Aenor, la Fundación Catalana per la Recerca, la Asociación Española para el Derecho y la Economía Digital (Aeded) y el Colegio de Abogados de Zaragoza.
Sin embargo, según se expone en el estudio y como así destaca Alfonso Garre, director de la división de desarrollo estratégico de Aenor, los códigos de conducta, promovidos tanto por la normativa comunitaria como por la reciente Ley de Servicios de la Sociedad de la Información, deben ir acompañados 'de medidas específicas para afianzar su aplicación y utilidad, entre las que destacaría el establecimiento de un contenido mínimo de los códigos'.
En este sentido, los expertos consideran necesario que, desde la Administración, se elabore una legislación que fije dichos mínimos. En opinión de Garre, deberían abordarse, sobre todo, los temas relacionados con la seguridad de las transacciones y los criterios para su uso. Asimismo, los expertos consideran que desde los poderes públicos debería establecerse la obligatoriedad de distinguir entre sellos o certificados de adhesión de aquellos otros que requieren un examen previo para su concesión.
En la actualidad, la mayoría de los certificados de calidad que afectan a las empresas en Internet son de adhesión. Esto significa que, de modo voluntario, una empresa se une a unas determinadas pautas de comportamiento (política de devoluciones, toma de datos electrónicos, etc.), pero que nadie analiza si posteriormente se cumplen o se actualizan. Por contra, los sistemas de certificación sólo se conceden si se supera el examen previo que realiza la empresa que lo concede. En opinión de los expertos, ambos sistemas deben convivir, pero es necesario que el consumidor pueda distinguirlos para que así pueda conocer uno de los principales elementos de una marca de calidad como es el proceso de concesión.
En el origen de todo sello o marca de calidad hay tres posibilidades. El sistema de autorregulación, fomentado generalmente por asociaciones sectoriales; los sellos basados en normas o especificaciones elaborados por entidades certificadoras, y los códigos de buenas prácticas. Según el Libro Blanco, el gran problema de estos códigos es la imprecisión de los preceptos para su implantación. Asimismo, dado que un código suele ser fruto del consenso entre muchas partes implicadas, su contenido se hace muy flexible, algo que, no dejando de ser una ventaja, puede llevar a la ambigüedad y a la incertidumbre. En cuanto a los sistemas de autorregulación, el estudio destaca como problema que los consumidores pueden sentirse excluidos del mismo. En cuanto al sistema de normas, la participación de entidades de certificación implica un mayor precio de la marca.