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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El turismo sigue débil

La dura pelea que mantiene el Gobierno contra las estadísticas del turismo vivió ayer un nuevo y clarificador episodio. Según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), la ocupación hotelera hasta noviembre registró una caída del 2,8%, especialmente imputable al menor número de clientes extranjeros, al tiempo que los precios de los hoteles mantuvieron un incremento del 4,9%. Datos que, por sí solos, evidencian una delicada situación de la primera industria del país, siempre y cuando no queden desacreditados por el propio Gobierno, empeñado, como está, en transmitir a la sociedad un mensaje que podría resumirse en que el turismo va bien.

Para los responsables oficiales lo importante es que, tal y como aseguraban hace una semana, el número de visitantes a nuestro país siga creciendo -un 2,4%, según sus cuentas- y que el retroceso en los ingresos sea, cuando menos, cuestionable. Los hoteleros ya han avisado -algo que vienen haciendo desde el pasado verano- que prevén cerrar el año con una caída de la ocupación del 6% y menores ingresos que la temporada pasada, que ya en agosto -últimos datos del Banco de España- representaban el 6,3%.

Resulta preocupante que la Administración distraiga energías en una guerra de propaganda, en lugar de tratar de encontrar medidas para paliar un problema que, a la vista de la contundencia de los datos, es más que palmario. En juego está el futuro de una actividad que mueve cerca de 70.000 millones de euros anuales, que suponen el 12,1% del PIB español, y emplea a 1,5 millones de personas, aproximadamente el 10% de la población activa.

El extraordinario periodo de expansión vivido durante los últimos seis años ha situado a España como el segundo destino mundial del turismo internacional, tanto en entradas, donde sólo es superado por Francia, como en ingresos, de los que sólo Estados Unidos genera anualmente más que España. Sin embargo, la crisis económica, además de las secuelas del 11 de septiembre de 2001, amenaza seriamente la confortabilidad de este lugar de privilegio. Desde principios de año las cifras vienen mostrando una tendencia hacia la desaceleración del sector, algo que confirman los datos de noviembre. Las pernoctaciones hoteleras han bajado un 5,2% -la ocupación en apartamentos retrocede ya un 9%-, y las reservas para este mes han caído un 2,3%.

Este estado de cosas debería obligar a una profunda reflexión. Sobre el sector turístico español está presionando una serie de factores internos cuya influencia negativa es, incluso, superior al escenario internacional, como son las subidas indiscriminadas de los precios, especialmente acusada en los segmentos de distribución. Sin embargo, uno de los mayores problemas sigue siendo, por mucho que lo nieguen los industriales, las subidas de precios de los hoteles, que han terminado por convertir a España en un destino caro para los europeos.

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