El BCE madura
Lástima del pobre Wim Duisenberg. Durante 17 meses, el presidente del Banco Central Europeo se vio forzado a defender una incoherencia intelectual en la política monetaria del banco.
Primero alabó la racionalidad de mantener un objetivo monetario como medio para controlar la inflación. Después, leyó una larga lista de razones por las cuales, este mes, debe obviarse el rápido crecimiento del M3 porque 'es improbable que en la coyuntura actual se traduzca en presiones inflacionistas'.
Pero los cambios están a la vista en Francfort, sede de la autoridad monetaria. El Banco Central Europeo ha iniciado 'una seria evaluación' de su estrategia monetaria (...). El Banco Central Europeo debe abandonar el objetivo de la masa monetaria (...), lo que sería un señal clara de que ya es un hijo maduro del Bundesbank (...).
Una vez que se acepte la supremacía del objetivo de inflación, la segunda tarea es fijarlo con transparencia (...). La definición actual de estabilidad de precios en la zona euro es una franja que está entre el 0% y el 2% de inflación.
No está claro, sin embargo, si ese 2% es un techo absoluto o si el objetivo consiste en alcanzar una media del 1%. El 2% es, además, demasiado bajo para garantizar que los países menos competitivos puedan tener tasas de inflación más bajas que sus vecinos sin sufrir una deflación (...).
Un objetivo de inflación más alto para la zona euro no tendría efecto a largo plazo en el crecimiento (...), pero un periodo de tipos de interés aún más bajos podría ayudar a la eurozona a eliminar la sobrecapacidad más rápidamente (...).