Los activos desprecian las normas
Sucede en raras ocasiones, generalmente cuando los mercados están rotos por la ausencia de inversores finales y por la instalación de la confusión y la incertidumbre. Es infrecuente que los activos negociados sigan el mismo camino, idéntica dirección al alza o a la baja, porque los fundamentales y el entorno favorecen a unos en la medida que perjudican a otros.
Hay momentos en que los activos, en fin, desprecian las normas elementales de juego; abandonan la disciplina necesaria que siempre requieren los mercados organizados y establecen la teoría el caos para hacer creíble el proceso de formación de cambios.
Este fenómeno alcanzó un protagonismo especial el lunes y primeros compases de la sesión de ayer. Subieron las Bolsas con fuerza; subió hasta las nubes el precio del oro y el futuro del barril de petróleo brent se encaramó por encima de los 30 dólares. Alguien se equivoca. O todos al mismo tiempo, como apuntaba algún observador.
¿Razones? A toro pasado, que es la filosofía de la mayor parte de los analistas y economistas, siempre hay criterios de distinción y de valoración. El oro sube, por ejemplo, por el temor a una crisis sistémica, término muy de moda en determinados foros financieros internacionales. Podría subir por el miedo a la inflación, como antaño, pero ahora no parece ser el caso.
El petróleo sube porque Venezuela es el primer exportador de crudo a Estados Unidos y porque la tensión EE UU-Irak continúa. Falla, empero, la apuesta sobre una crisis sistémica, porque debilitaría la demanda.
La Bolsa sube porque no hay negocio y todo está en manos de los especuladores intradía. Cualquier orquestación con los derivados es suficiente para aupar los índices. Fallan, empero, las dos situaciones anteriores. Alguien se está equivocando.