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EEUU

Bush encarga a su nuevo equipo económico aplicar las rebajas fiscales

George Bush quiere presentarse a las elecciones de 2004 con los deberes hechos. Para eso ha nombrado un nuevo equipo económico con Jonh Snow, al frente del departamento del Tesoro; Stephen Friedman, como líder del Consejo Económico Nacional; y a William Donaldson, como presidente de la SEC. La misión de los primeros es vender el recorte de impuestos preparado en la Casa Blanca y que para Bush es clave. La duda es cómo lo harán estos enemigos del déficit.

El próximo 7 de enero se reúne el nuevo Congreso nacido de las elecciones de noviembre que garantiza la mayoría al presidente Bush. Ese día se espera que el Senado confirme en sus puestos a John Snow como sustituto del conflictivo ex secretario del Tesoro, Paul O´Neill, y a William Donaldson, al frente de la SEC.

La llegada de estos hombres, dos de ellos, Snow y Donaldson, con experiencia en la administración además de en el mundo de los negocios y Wall Street, deja muchas dudas en el aire sobre su papel en el Gobierno, no tanto en el caso de Donaldson que tiene que insuflar confianza en los mercados sino en el caso de Snow y Friedman cuya misión es presentar y vender la política económica de Bush.

El presidente tiene ya muy avanzados sus planes económicos diseñados en la Casa Blanca. No pasará mucho tiempo entre la toma de posesión de estos altos cargos y la búsqueda de una aprobación rápida a un plan de estímulo económico formado por recortes fiscales, y valorado entre 200.000 y 300.000 millones de dólares. El plan, elaborado por defensores de la economía de la oferta (entre los que se cuentan muchos empresarios), no ha estado siempre en la línea de pensamiento del ex presidente de la ferroviaria CSX, Snow, y de Friedman.

Dice Jan Hatzius, economista de Goldman Sachs que, 'aunque el estímulo se ha hecho más cercano con la salida de O´Neill, debe hacerse notar que ni Snow ni Friedman son conocidos defensores de este tipo de políticas'.

En su presentación, Snow dijo que era necesario 'promover más rápido el crecimiento y la generación de empleo'. Para su jefe, eso se consigue a través de los recortes de impuestos, a pesar del déficit presupuestario que se puede mitigar con el aumento de la deuda. Pero Snow, en 1995, siendo presidente de la asociación de empresarios Business Roundtable, había advertido que 'el déficit presupuestario es un agujero en el bolsillo de cada americano cada día'. Friedman, cuyo nombramiento fue retrasado por las dudas sobre su sintonía con el Gobierno, pertenece a la Concord Coalition, defensora de la idea de que el equilibrio presupuestario a largo plazo ayuda a reducir la presión sobre la economía.

Menos impuestos

Algunos analistas creen que con esta elección Bush trata de buscar el favor de los demócratas porque necesitará de mayorías cualificadas. Los analistas adivinan tensiones. De hecho Hatzius cree que los planes de recortes fiscales que se han filtrado -supresión o reducción del impuesto sobre dividendos, mayores deducciones para amortizaciones de capital, mayores facilidades para la inversión y la nueva contratación- 'no son particularmente agresivos'.

Snow sabe que tendrá que lidiar con mayores gastos que vendrán no sólo de la progresiva jubilación de una de las generaciones más solventes sino también de la reforma sanitaria.

Para los inversores, otro de los puntos de interés es la posición ante un dólar fuerte.

La mayoría de los analistas cree que Snow se olvidará de sus referencias a la necesidad de un dólar débil, solicitado por los exportadores, y mantendrá la política de los últimos seis años de dólar fuerte con la que contener la inflación y atraer la necesaria inversión que demanda un cada vez más profundo déficit por cuenta corriente. Su postura se definirá, si no antes, en febrero en la cumbre del G-7.

'En nuestra opinión un dólar fuerte no es ya necesario', comentaba Hatzius. Hoy por hoy, no solo no hay presiones sobre los precios, a pesar de tener los tipos al 1,25% sino que, además, la Reserva Federal ya ha llegado a advertir por primera vez, del riesgo de una deflación.

Por otro lado, fabricantes y exportadores aseguran que se han perdido dos millones de empleos al hacerse menos competitivos, en un contexto de debilidad mundial por el mantenimiento del valor de un dólar que sin embargo el mercado ha ido depreciando este año.

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