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Lealtad, 1

Cambio de cara en el Tesoro

En plena crisis, Estados Unidos cambia al secretario del Tesoro. El mercado no se da por aludido. Ni lo celebra ni lo lamenta. Pero cualquier inversor profano se preguntaría qué significa la sustitución de O'Neill por Snow a efectos de las Bolsas. Qué perfil tiene Snow, cuáles son sus planes. No, los mercados están a otra cosa.

Como muy pocos pueden considerarse más listos o mejor informados que el propio mercado, habrá que pensar que apenas va a cambiar nada. George Bush va a prolongar la política de rebaja de impuestos y déficit fiscal que ha establecido desde que llegase a la Casa Blanca, para intentar estimular la economía.

Más déficit fiscal, pues, con un ojo puesto en la economía, sí, pero otro en las elecciones.

De hecho, la corriente dominante trata de torpedear el nombramiento de Stephen Fridman como asesor económico del presidente. Su pecado es defender la disciplina fiscal, el equilibrio de ingresos y gastos.

Así pues, las caras han cambiado, pero la receta es la misma: aumentar el déficit toda vez que la política monetaria ha dado de sí todo lo que podía. Esta política sólo ha distorsionado los datos de crecimiento, cada vez más confusos, lejos de crear un clima de confianza en las empresas, que es lo que hace falta.

Por eso mismo la apatía del mercado es una mala noticia. Un equipo de fútbol cambia al entrenador cuando los resultados no acompañan. Trastocará la manera de hacer las cosas, pero a corto plazo lo que cuenta es que el cambio sirva de revulsivo, que modifique la actitud de los jugadores. Si ésta no cambia, la sustitución ha fallado.

Bush ha cambiado a sus entrenadores, pero no ha convencido a nadie. El mercado está como antes del viernes, y eso es negativo porque si algo necesita Wall Street es fe.

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