Lula cree en Mercosur
El nuevo presidente brasileño ha empezado a perfilar sus objetivos y ha apostado decididamente por sacar al Mercosur de su marasmo actual. Parece haber comprendido que la integración regional es en sí misma un proyecto estratégico de Brasil que sin duda facilitará sus relaciones con los EE UU en el escenario del ALCA y sin duda con la Unión Europea. Nadie duda del papel de liderazgo político y sobre todo económico que puede jugar en el futuro el gigante brasileño.
Una de las tentaciones permanentes de las élites brasileñas ha sido, y sigue siendo, considerar que por su peso geográfico y político, Brasil está en condiciones de ser la única superpotencia de América Latina capaz, por sí sola, de mantener relaciones diferenciadas con americanos y europeos. En consecuencia, el proceso de integración regional de Mercosur era un factor secundario con el objetivo casi exclusivo de resolver los contenciosos comerciales con los vecinos, y en particular con Argentina.
La negativa permanente del poderoso Itamaratí, sede del Ministerio de Asuntos Exteriores, y de las élites empresariales de Río de Janeiro y São Paulo, a institucionalizar el Mercosur aceptando que un cierto grado de supranacionalidad era necesario para avanzar en el proceso le quitó el sueño más de una noche al ex presidente Cardoso. El resultado fue que las incipientes y frágiles instituciones del Mercosur, la Comisión de Comercio y el Secretariado con sede en Montevideo se diluyeron lentamente. Los brasileños prefirieron apelar a la OMC para resolver sus diferencias comerciales con los argentinos. Los órganos comunes estipulados para resolver las diferencias entre los componentes del Mercosur recibieron el tiro de gracia y el proyecto de integración perdió una parte de su credibilidad. Los Estados miembros del Mercosur lanzaron el mensaje a sus interlocutores internacionales que ellos mismos habían dejado de creer en sus propias reglas de arbitraje interno y preferían que una organización tercera y ajena como la OMC arreglara sus diferencias.
De poco sirvió el contraataque de Cardoso proponiendo un mini-Maastricht como solución de última hora para resolver la inevitable crisis que se avecinaba por las diferentes políticas cambiarias de Argentina y Brasil respecto al dólar. Dramáticamente, los socios del Mercosur descubrieron que es imposible gestionar una unión aduanera y un mercado común con políticas monetarias irreconciliables: el peso argentino con paridad fija con el dólar y el real brasileño en flotación con referencia a la misma moneda de referencia. Era una situación imposible que terminó por provocar una lucha arancelaria fratricida entre los socios que desconcertó a todo el mundo e introdujo un alto grado de inseguridad jurídica para los operadores económicos. Lo que pasó luego es ya sabido: el descalabro argentino, el contagio uruguayo, la crisis financiera brasileña y... la posibilidad de que vuelva el general Lino Oviedo a las presidenciales del Paraguay.
Había que romper esta inercia y aquí reside el valor de la presentación tan completa que ha hecho el presidente Lula. Parece que los brasileños han comprendido que su propia situación depende en parte de lo que pase en Argentina y en el Mercosur. También saben que los norteamericanos, habiendo obtenido el presidente Bush un fast track aunque sea sui géneris debido a la oposición de los demócratas, ahora lo tienen más fácil con la nueva mayoría republicana en el Congreso y en el Senado. Con los europeos parece que han presentido que la ampliación hará disminuir el interés por lo que ocurra en Latinoamérica. La respuesta a este escenario proponiendo abrir una oficina de Mercosur, la primera, en Berlín es un guiño inteligente a los empresarios alemanes que junto a los españoles detienen la mayor parte de las inversiones en la región.
Lo más llamativo es la apuesta por el mercado y la moneda única en el ámbito del Mercosur. Los europeos sabemos que es la única manera juiciosa de gobernar una unión aduanera. Pero los europeos también sabemos que para conseguir la Unión Económica y Monetaria fue necesario un enorme ejercicio de liderazgo y muchos esfuerzos para intentar poner la casa en orden y así poder cuadrar las cuentas. Si éste es el reto de Lula, bienvenido sea.