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Crónica de Manhattan

Pocas esperanzas navideñas

Jueves. West Village en Manhattan, una de las zonas de más animación de la ciudad. Bares y restaurantes echan el cierre entre las 10:30 u 11:00 de la noche. Viernes: Hay mesa, a elegir, para cenar. Por la mañana, ese mismo día, Rosa, vendedora en un puesto del mercado de Navidad de Union Square asegura que se aburre. 'La gente mira, pregunta y no compran, al menos no como el año pasado. El día de Acción de Gracias hicimos varias veces la caja que hacemos los días normales que es cuando vendemos menos que el año pasado'.

Lo cierto es que hace frío. Buena parte del país ha visto caer fuertes nieves y se ha llegado a los siete grados bajo cero en Nueva York donde desde 1938 no se veía una nevada en otoño como la del miércoles. El frío mantiene en sus casas a los ciudadanos y mientras éstos suben sus calefacciones (y con ello su factura) en las tiendas se temen que sean las Navidades planas.

De momento, las cuentas no son positivas y eso que en la mayoría de las tiendas se lee en los escaparates la palabras 'Rebajas', 'Grandes ahorros' e incluso hubo 'Televisiones a 50 dólares' hace dos viernes. El jueves se conocieron los datos de ventas de las cadenas comerciales y, con alguna excepción, las pocas mejoras con respecto al año anterior se cuentan en pequeños porcentajes. Es el caso de Wal Mart, la mayor cadena de descuento del mundo, registró el día después de Acción de Gracias las mayores ventas en un día de su historia. Pero al final mejoró las de noviembre sólo un 2,6%. Las ventas de noviembre son importantes porque los estadounidenses son previsores y hacen compras con algo más de un mes de anticipación.

Aunque analistas, empresarios y economistas cruzan los dedos, hasta ahora no tienen razones para cambiar su negativa perspectiva. Y eso pese a que la confianza de los consumidores ha mejorado en los últimos meses. La preocupación que mantiene a todos vigilando las idas y venidas comerciales es que las Navidades son una prueba de la fortaleza de uno de los pilares de la economía que más ha resistido a la crisis: el consumo particular, responsable de dos tercios del PIB.

El problema es que cada vez hay más paro (un 6% en noviembre) y el día 28 de diciembre un millón de desempleados dejarán de percibir una ayuda federal que no se ha renovado por falta de acuerdo en el Congreso. Adicionalmente, el monedero de muchos americanos empieza a vaciarse tras mantener el tipo desde que en marzo de 2001 se decretó que el país estaba en recesión. De hecho, la Oficina Administrativa de los Tribunales hizo público hace unos días que en el tercer trimestre se han registrado 401.306 bancarrotas, un 12% más que en el mismo periodo de 2001. De ellas 391.873 fueron de particulares

Para redondear una foto en la que el consumidor empieza a estar desenfocado, las incertidumbres geopolíticas (que es como los analistas llaman a la posible guerra con Irak) sugieren cautela ante el riesgo y el gasto.

En su programa de consejos financiero-domésticos del sábado en la CNBC, Suze Orman, autora de libros como 'Lo has ganado, ahora no lo pierdas' respondía a una oyente que preguntaba qué hacer con tarjetas al límite en este tiempo de sobregasto. 'No gastar. Por qué vas a sacrificar tu crédito por un regalo'. Mientras la cadena de librerías Barnes & Noble sigue tentando desde la publicidad en periódicos. 'Un 40% de descuento en libros comprados en Internet. ¿Qué más podemos hacer?'.

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